
En  las calles de la capital, en el metro, la televisión y el cine,  los  mexicanos ríen nostálgicos estos días recordando a Mario Moreno   "Cantinflas", considerado uno de los mayores comediantes del siglo   pasado y de cuyo nacimiento se cumplen el viernes 100 años.
El   hombre que creó al atrevido personaje que hablaba sin decir nada   volviendo locos a sus interlocutores, está siendo homenajeado desde   principios de agosto con una gran muestra de fotografías, que han sido   colocadas a lo largo de una de las principales arterias de la populosa   Ciudad de México.
Cápsulas sonoras de  sus películas se emitirán en  el metro de la Ciudad de México, que  transporta a diario a unos 6  millones de personas, al tiempo que ciclos  de cine permitirán revivir  célebres películas de Cantinflas como "Si  yo fuera diputado" (1951), "La  vuelta al mundo en 80 días", ganadora  del Oscar en 1956, o "Ahí está el  detalle" (1940).
Los  homenajes por los 100 años de su nacimiento  también incluyen el  lanzamiento de un libro en el que amigos y gente que  compartió  escenario con el cómico hablan no sólo de su faceta de actor,  sino  también de torero aficionado, filántropo y hombre de negocios   influyente entre la clase política.
Pero  detrás las celebraciones,  subsiste un agrio pleito entre el hijo del  actor, Mario Moreno Ivanova,  y un sobrino, Eduardo Moreno Reyes, por  los derechos sobre 39 películas  que Cantinflas heredó a éste último  poco antes de morir, en 1993.
El  día  en que se inauguró la exposición de fotos, Moreno Reyes no dejó  entrar  al hijo de Cantinflas, a quien acusa de ser alcohólico,  drogadicto, y  de haber dilapidado la fortuna en bienes inmuebles y obras  de arte que  su padre le dejó.
El hijo, que se  suponía adoptado  pero que asegura que su padre a los 18 años le confesó  que era su hijo  biológico fruto de una relación extramatrimonial,  rechaza estas  acusaciones.
http://entretenimiento.latam.msn.com/xl/fotogaleria.aspx?cp-documentid=29969830
Cantinflas [Mario Moreno Reyes]
(Ciudad  de México, 1911-id., 1993) Actor cómico  mexicano. Se hizo mundialmente  célebre con el nombre de su personaje  Cantinflas, al que dio vida en  la mayoría de los filmes que rodó. 
De   orígenes humildes, se enroló en una compañía de cómicos ambulantes y   recorrió todo México. En el circo desarrolló todo tipo de trabajos,   entre ellos interpretar pequeños papeles. 
A  finales  de los años veinte comenzó a actuar en los locales de Ciudad  de México y  creó la imagen prototípica con la que se haría famoso. En  1930 era ya  el cómico más famoso del país. En 1934 conoció a la actriz  de origen  ruso Valentina Subarev, con quien contrajo matrimonio y tuvo a  su único  hijo, Mario Arturo. 
En  1936, con el amplio bagaje  acumulado durante su estancia en el circo  de Jalapa, representando  papelitos en pequeños montajes teatrales  -excepcionalmente musicados al  estilo del género chico- debutó en la  película No te engañes corazón, a la que siguieron Así es mi tierra y Águila o sol (1937), El signo de la muerte (1939) y toda una serie de cortometrajes. 
No obstante, no se consagró definitivamente como ídolo indiscutible hasta 1940, en el filme Ahí está el detalle   -dirigido por Juan Bustillo Oro-, en cuya última escena y mediante su   delirante discurso, Cantinflas se salta las convenciones sociales,   logrando cambiar el veredicto del juez. Esta película le brindó la   ocasión de fundar la compañía Posa Films, productora de Siempre listo en las tinieblas (Always Read in the Darkness) y Jengibre contra dinamita   (Ginger versus Dynamite), fallidos intentos de penetrar en el mercado   hollywoodiense. Pese a ello, a partir de su debut como protagonista en   la película Ahí está el detalle (1940), el actor, con sus casi   cincuenta filmes, batió récords de recaudación en las salas de   exhibición hispanoamericanas durante tres décadas seguidas.
La   popularidad de este monstruo sagrado del cine mexicano y, en general,   del cine en español debe mucho a su trabajo en las películas Ni sangre ni arena (titulada en Estados Unidos Neither Blood and Sand) y El gendarme desconocido   (1941), en las que descubrió a su director ideal, Miguel M. Delgado,   ayudante del realizador Alejandro Galindo. La primera era una parodia de   la obra de Vicente Blasco Ibáñez, cuya versión cinematográfica había   sido recientemente estrenada en Estados Unidos, protagonizada por los   actores Tyrone Power, Rita Hayworth y Linda Darnell. Con ambas obras,   Mario Moreno esperaba amortizar el esfuerzo económico invertido en Posa   Films, de la que llegó a ser único productor. No en vano Ni sangre ni arena recaudó 54.000 pesos en cuatro días durante su estreno en el Teatro Alameda.
Este éxito desbordante continuó con El gendarme desconocido   (The Unknown Policeman), con Mapy Cortés y Gloria Marín, considerado   como uno de los mejores filmes del actor mexicano. En él, la   ridiculización de la policía, generalmente detestada por el público, se   establece desde el mismo momento en que Cantinflas aparece con su   habitual uniforme desastrado. 
Cantinflas en 
El supersabio (1948)
y en 
El analfabeto (1960)
 
En   1944 entró a formar parte del Sindicato de Trabajadores de la  Industria  Cinematográfica (STIC), fundado en 1919 con el nombre de  Unión de  Empleados Confederados del Cinematógrafo. Su aportación fue  decisiva en  la mejora de las condiciones de contratación del personal  de los  estudios, pues encabezó una proyectada huelga, secundada por  Jorge  Negrete y Arturo de Córdova (con quien mantuvo una fuerte  polémica por  la dirección de la Asociación Nacional de Actores [ANDA]).
En   los años cincuenta, sus cintas muestran un cambio: del personaje de la   picaresca urbana y popular sólo quedaría un humor basado en el uso   reiterativo del "cantinflismo", la habilidad para hablar mucho y no   decir nada. En todas ellas, Mario Moreno se convirtió en un portador de   juicios y críticas contra la sociedad "pueblerina", en particular, y   contra la humanidad, en general. De este modo, arremetió con singular   hincapié contra la "aristocracia desnaturalizada", haciendo que   triunfara lo auténtico sobre lo falso. Se constituyó en el hombre que   siempre decía la verdad, aunque en forma sarcástica, y sufrió las   consecuencias de esa fidelidad a sí mismo.
Excepcionalmente, participó en la superproducción estadounidense La vuelta al mundo en ochenta días (1957). La película obtuvo una buena acogida, que propició que el actor rodara luego Pepe,   dirigida por George Sidney en 1960. El fracaso del filme decidió a   Mario Moreno a no volver a probar fortuna fuera de las fronteras de su   propio país, con la única salvedad del largometraje español Don Quijote cabalga de nuevo, dirigido por Manuel Delgado, con quien había trabajado en filmes como El bolero de Raquel (1956) y El padrecito (1965), el primer largometraje que el actor rodó en color. 
Si   en sus interpretaciones denunciaba las desigualdades sociales y la   insolidaridad, en la vida real realizaba obras caritativas y llegó a   montar una oficina para los necesitados. La última etapa de su vida,   después de enviudar en 1966, estuvo marcada por su participación en   actos sociales y políticos (incluso llegó a pronunciar un discurso en la   Asamblea de las Naciones Unidas). 
Un genio cómico 
Pero   lo cierto es que Cantinflas será recordado por hacer triunfar a un   pícaro  de buen corazón que presenta cierto paralelismo con el personaje   de Charlot de 
Charles Chaplin,   si bien la clave del mexicano estuvo siempre vinculada a su  disparatada  e inagotable verborrea, que lo convirtió en el genio cómico  más popular  que México ha dado. Su personaje basó su comicidad en unas  reacciones  ingenuas, en su asombrosa naturalidad y en sus  personalísimos y  desvariados monólogos, continuos, embarullados,  inagotables, auténtico  flujo del más delirante verbalismo que empezaba  con inusitada fluidez y  terminaban en balbuceos y galimatías  ininteligibles, en interminable  verborrea, mientras movía  incansablemente su mano izquierda para  acompañar la insólita  proliferación de sus muecas.
Su   actuación era, ante todo, fruto de la soltura y la agilidad; las   situaciones más disparatadas y extraordinarias brotaban con maravillosa   sencillez. De Mario Moreno no pasarán a la historia del arte   cinematográfico unas películas que no tienen, a decir verdad, nada de   extraordinario, pero, en cambio, su personaje, su figura, su   personalísimo estilo interpretativo y su singular sentido del humor   ocupan ya, por méritos propios, un lugar relevante en el firmamento del   séptimo arte.
Sus  caídos pantalones, su aspecto descuidado y chabacano  se convirtieron en  el estandarte hispano de una clase de humor, teñido  de absurdo, que  tiene, tal vez, sus mejores representantes en los  míticos hermanos Marx  y que le permitió alcanzar una enorme popularidad  en los países de  habla española, aunque ponía trabas, simultáneamente, a  sus  posibilidades de atravesar las fronteras idiomáticas, pues, como ya  se  ha indicado, su personaje cinematográfico, debía buena parte del  éxito  que obtuvo a su libérrima utilización del idioma, una  característica  que, como es lógico, hacía muy difícil la penetración de  su humor en  ámbitos distintos al de la lengua española.
Su   exagerada caricatura del "pelao" mexicano -miembro de la clase baja,   equivalente al golfo madrileño o al "roto" chileno-, se apoyaba en unos   calzones siempre a punto de caer, sujetos las más de las veces con un   imperdible, que parecían exigir a gritos un cinturón o unos tirantes, en   unos zapatos hechos trizas, una camisa arrugada (cuando la llevaba)   saliéndose por todas partes, un raído sombrero de paja y un trapo que le   colgaba del hombro, a modo de gabardina.
  Esta  indumentaria se convirtió en el signo distintivo de su humor y de  su  obra, hasta el punto que, desencarnada ya, abandonando los límites  del  actor Mario Moreno, pasó a configurar el personaje televisivo de  una  larga serie de dibujos animados, cuyo rostro sin afeitar y  desgraciada  estampa corresponden indistintamente a la de un vagabundo o  a la de un  pordiosero dueño, como su creador, de un lenguaje fluido,  incontenible e  incoherente, confuso y disparatado, incomprensible pero  indispensable  para poder salirse con la suya en las situaciones más  dispares.
Considerado   por muchos el sucesor de Charles Chaplin, Cantinflas heredó de aquél el   corazón. Sólo que el pelao mexicano, tan pobre como Charlot, a   diferencia de éste, no vivía obsesionado por su pobreza y se permitía el   lujo de compadecer a los ricachones.