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21 de marzo de 2010

Greenpeace denuncia la relación de Nestlé con la deforestación en Indonesia



España, 18 de marzo de 2010 — Greenpeace lanzó el pasado miércoles una campaña viral en la que relacionaba a Nestlé con la deforestación de los bosques de Indonesia. (1) Al tiempo que reconocía los hechos, la reacción de Nestlé el mismo día fue solicitar a Youtube la retirada de la versión inglesa del vídeo, lo que consiguió durante algunas horas. La multinacional de la alimentación respondía así a una campaña de Greenpeace en internet lanzada en más de 25 países.

“Nestlé admite que ha estado utilizando aceite de palma procedente de la destrucción de las selvas de Indonesia”, ha declarado Miguel Ángel Soto, responsable de la campaña de Bosques y Clima de Greenpeace España. “Pero el intento de Nestlé de silenciar a Greenpeace obligando a Youtube a retirar el vídeo ha tenido un efecto boomerang. Ahora miles de cibernautas han visto o van a ver el vídeo interesados en la denuncia de Greenpeace”.

La campaña se basa en un impactante video con el eslogan “Tómate un respiro” y una ciberacción para pedir a Nestlé que rompa relaciones con los proveedores de aceite de palma (empleado en sus chocolates) porque están ocasionando la destrucción de las selvas de Indonesia para extender las plantaciones, expulsando así a las comunidades locales y destruyendo el hábitat del orangután. Además, en varios países europeos se están realizando acciones de denuncia donde activistas con disfraces de orangután reclaman a la empresa Nestlé que deje de ser cómplice de la destrucción forestal en Indonesia.
Greenpeace ha publicado también un informe, “La huella del crimen” (2), donde se expone el ciclo de la deforestación en Indonesia para obtener aceite de palma. El informe muestra cómo la empresa se abastece de aceite de empresas proveedoras como Sinar Mas, el mayor productor de Indonesia de aceite de palma. Sinar Mas está expandiendo sus plantaciones tras talar las selvas tropicales y quemar y drenar las zonas de turberas. Estas actuaciones crean graves problemas sociales, aceleran el cambio climático y destruyen el hábitat de especies amenazadas como el orangután.

"Cada vez que tomamos un Kit Kat, podemos estar dando un mordisco a las selvas tropicales de Indonesia” ha declarado Soto, “Nestlé tiene que dar un respiro a los orangutanes y dejar de usar aceite de palma de proveedores que destruyen su hábitat, por lo que también pedimos a los consumidores que animen a la empresa a que cambie su política de compras”.


El informe demuestra los numerosos intentos de convencer a Nestlé para que cancele sus contratos con el Grupo Sinar Mas. El pasado mes de diciembre, Greenpeace se puso en contacto con la empresa para presentarle evidencias sobre cómo Sinar Mas está violando la ley de Indonesia, haciendo caso omiso de sus compromisos como miembro de la Mesa Redonda sobre Aceite de Palma Sostenible (RSPO), el organismo certificador que trabaja para convertir la industria del aceite de palma en algo más sostenible (3). A la vista de estas prácticas inaceptables para el medio ambiente, varias multinacionales como las gigantes Unilever y Kraft, cancelaron sus contratos con el Grupo (4).

En vísperas del Día Forestal Mundial, que se celebra anualmente el 21 de marzo, Greenpeace recuerda que Indonesia tiene una de las mayores tasas de deforestación del planeta. La destrucción de los bosques para la expansión del cultivo de palma aceitera es la causa más importante (5). Esto sitúa al país asiático como tercer mayor emisor mundial de gases de efecto invernadero precedido sólo de China y los EE.UU (6).

Notas:
1. Vídeo en español http://www.youtube.com/watch?v=_pRDqT6lbds
2. Informe La Huella del Crimen. http://www.greenpeace.org/espana/reports/100318-01

3. Informe de Greenpeace (en inglés). Deforestación y greenwashing de RSPO: estudio de caso del Grupo Sinar Mas http://www.greenpeace.org.uk/files/pdfs/forests/sinarmasRSPOgreenwash.pdf

4. Unilever canceló en 2009 sus contratos por valor de 30 millones dólares anuales (21 millones de euros). Véase http://www.timesonline.co.uk/tol/news/environment/article6952288.ece

Kraft anunció la cancelación de su contrato con el Grupo Sinar Mas en una carta a Greenpeace, el 16 de febrero de 2010. Ambos movimientos han sido posibles tras las investigaciones de Greenpeace sobre la implicación del Grupo Sinar Mas.

5. FAO 2005. Evaluación global de los recursos forestales al Forest Resources
http://www.fao.org/forestry/site/fra2005/en/ ; on palm oil:  http://www.unep.org/grasp/docs/2007Jan-LastStand-of-Orangutan-report.pdf

6. WRI 2008. Indicadores de análisis climáticos  (CAIT) Version 6.0 (Washington, DC: World Resources Institute) http://cait.wri.org

Escríbele al presidente de Nestlé para pedirle que deje de comprar el aceite de palma con el que se elabora Kit Kat. Haz click aquí.
Recuerda que Greenpeace sólo cuenta con el apoyo de personas comprometidas con el medio ambiente como tú. Únete a Greenpeace en Colombia. Haz click aquí.

1 de marzo de 2010

LA CARA OCULTA DE LOS SUPERMERCADOS

“El pan de los pobres es su alimento.
Quien se lo quita, es un asesino”
ECLESIÁSTICO, 34
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3-1c2aa.
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Por ESTHER VIVAS
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Coautora de “Supermecados, no gracias” (Icaria editorial, 2007)
miembro del Centro de Estudios sobre Movimientos Sociales (CEMS)
Universitat Pompeu Fabra
Cabeza de lista de Izquierda Anticapitalista para las Elecciones Europeas
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La gran distribución comercial (supermercados, hipermercados, cadenas de descuento) ha experimentado en los últimos años un fuerte proceso de expansión, crecimiento y concentración industrial. Las principales compañías de venta al detalle han entrado a formar parte del ranking de las mayores multinacionales del planeta y se han convertido en uno de los actores más significativos del proceso de globalización capitalista.
Su aparición y desarrollo ha cambiado radicalmente nuestra manera de alimentarnos y de consumir, supeditando estas necesidades básicas a una lógica mercantil y a los intereses económicos de las grandes corporaciones del sector.
Se produce, se distribuye y se come aquello que se considera más rentable, obviando la calidad de nuestra alimentación.
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Aditivos, colorantes y conservantes se han convertido en algo cotidiano en la elaboración de lo que comemos. En Estados Unidos, por ejemplo, debido a la generalización de la comida rápida, se calcula que cada ciudadano toma anualmente 52 quilos de aditivos, hecho que genera crecientes dosis de intolerancia y alergias.
Lo publicitado como “natural” no tiene nada de ecológico y es resultado de procesos de transformación química. Nuestra alimentación, lejos de lo que producen los ciclos de cultivo tradicionales en el campo, acaba desembocando en una alimentación “desnaturalizada” y de laboratorio.
¿Sus consecuencias? Obesidad, desequilibrios alimentarios, colesterol, hipertensión… y los costes acaban siendo socializados y asumidos por la sanidad pública.
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Los alimentos “viajeros” son otra cara del actual modelo de alimentación.
La mayor parte de lo que comemos viaja entre 2.500 y 4.000 kilómetros antes de llegar a nuestra mesa, con el consiguiente impacto medioambiental, cuando, paradójicamente, estos mismos productos son elaborados a nivel local.
La energía utilizada para mandar unas lechugas de Almería a Holanda, por ejemplo, acaba siendo tres veces superior a la utilizada para cultivarlas.
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Nos encontramos ante un modelo productivo que induce a la uniformización y a la estandarización alimentaria, abandonando el cultivo de variedades autóctonas en favor de aquellas que tienen una mayor demanda por parte de la gran distribución, por sus características de color, tamaño, etc. Se trata de abaratar los costes de producción, aumentar el precio final del producto y conseguir el máximo beneficio económico.
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No en vano, según el sindicato agrario COAG, los precios en origen de los alimentos han llegado a multiplicarse hasta por once en destino, existiendo una diferencia media de 390% entre el precio en origen y el final. Se calcula que más del 60% del beneficio del precio del producto va a parar a la gran distribución.
La situación de monopolio en el sector es total: cinco grandes cadenas de supermercados controlan la distribución de más de la mitad de los alimentos que se compran en el Estado español acaparando un total del 55% de la cuota de mercado.
Si a éstas sumamos la distribución realizada por las dos principales centrales de compra mayoristas, llegamos a la conclusión de que sólo siete empresas controlan el 75% de la distribución de alimentos.
Esta misma dinámica se observa en muchos otros países de Europa. En Suecia, tres cadenas de supermercados tienen el 95,1% de la cuota de mercado; en Dinamarca tres compañías controlan el 63,8%; y en Bélgica, Austria y Francia unas pocas empresas dominan más del 50%.
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Una tendencia que se prevé aún mayor en los próximos años y que se visualiza muy claramente a partir de lo que se ha venido en llamar la “teoría del embudo”: millones de consumidores por un lado y miles de campesinos por el otro y tan solo unas pocas empresas controlan la cadena de distribución de alimentos.
En Europa, se contabilizan unos 160 millones de consumidores en un extremo de la cadena y unos tres millones de productores en el otro, en medio unas 110 centrales y grupos de compra controlan el sector.
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Este monopolio tiene graves consecuencias no sólo en el agricultor y en el consumidor, sino también en el empleo, en el medio ambiente, en el comercio local, en el modelo de consumo.
Pero existen alternativas. En un planeta con recursos naturales finitos es imprescindible llevar a cabo un consumo responsable y consumir en función de lo que realmente necesitamos, combatiendo un consumismo excesivo, antiecológico y superfluo.
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En lo práctico, podemos abastecernos través de los circuitos cortos y de proximidad, en mercados locales, y participar, en la medida de las posibilidades, en cooperativas de consumidores de productos agroecológicos, cada vez más numerosas en todo el Estado, que funcionan a nivel barrial y que, a partir de un trabajo autogestionado, establecen relaciones de compra directa con los campesinos y productores de su entorno.
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Así mismo es necesario actuar colectivamente para establecer alianzas entre distintos sectores sociales afectados por este modelo de distribución comercial y por el impacto de la globalización capitalista: campesinos, trabajadores, consumidores, mujeres, inmigrantes, jóvenes…
Un cambio de paradigma en la producción, la distribución y el consumo de alimentos sólo será posible en un marco más amplio de transformación política, económica y social y para conseguirlo es fundamental el impulso de espacios de resistencia, transformación y movilización social.
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- Esther Vivas, por un consumo solidario -

Emprendimientos de Salinas de Bolívar

A través de un proceso sostenido de trabajo se han creado microempresas que nacieron de pequeñas ideas y se convirtieron en proyectos con...