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4 de marzo de 2015

La Realidad de Cuba contada por un cubano

1. Los máximos dirigentes comunistas viven como el pueblo

Los máximos dirigentes políticos y sus familiares viven en una burbuja comparados con el resto del pueblo cubano. La mayoría de los altos cargos del país son militares, pertenecientes a las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). Hay miembros de las FAR en la cabeza de ministerios y grupos empresariales del país. Estas personas no caminan por las calles ni viajan en autobuses, ya que tienen carros del Estado; no viven en decrépitos apartamentos en Centro Habana, sino que tienen casas y apartamentos en complejos residenciales donde civiles no pueden entrar… Además tienen facilidades y acceso gratuito a determinados servicios que no tiene el resto de la población: acceso a internet en el trabajo y en casa, hoteles en Varadero, uso de teléfonos celulares cuyo pago es en pesos cubanos (24 veces más barato que el peso convertible en que pagamos el resto de los mortales), televisión por cable… No van a hospitales en mal estado como el pueblo, van a un hospital reservado para ellos, el CIMEQ (donde atendieron a Chávez) caracterizado por su limpieza, buenos médicos y tecnología decente. Los máximos dirigentes de Cuba están completamente aislados de los problemas cotidianos del ciudadano de a pie.

2. El Estado provee de alimentos necesarios a la población

El Estado vende a cada cubano una vez al mes, de forma racionada y a precios “asequibles”, una cuota de alimentos. Estos productos son racionados por la libreta de abastecimiento. En un mes, un cubano puede comprar solamente: 5 huevos, 5 libras de arroz, 1 libra de pollo… Los precios de los alimentos racionados están en pesos cubanos y son acordes a los salarios en Cuba, y esto significa un alivio para los trabajadores estatales cuyo sueldo promedia 18 dólares al mes y sobre todo a los ancianos pensionados que no tienen otro sustento de vida. Sin embargo, la comida comprada con la libreta alcanza para un máximo de 10 días. ¿Qué pasa con los otros 20 días del mes?
En paralelo a la red de bodegas, donde se compra con la libreta, en Cuba existe un mercado estatal de alimentos con precios en pesos convertibles. Algunos productos, como la carne de res, los refrescos, vegetales o pescado enlatado sólo pueden adquirirse en este tipo de tiendas. La cadena más importante de este tipo de establecimientos se llama TRD (Tienda para la Recaudación de Divisa) y a tal efecto, a todos los productos se les recarga con un 240% de impuesto sobre el precio de compra en el extranjero. De este modo, un litro de leche puede costar 3 pesos convertibles (equivalente a 3 dólares), y 250g de queso manchego puede costar 30 pesos convertibles. En un país donde el salario medio estatal ronda los 18 dólares, en las TRD solamente pueden comprar aquellos cubanos con familiares en el extranjero o acceso (lícito o ilícito) a dólares. El resto “inventa” en el mercado negro.

3. La educación es gratuita

Efectivamente. La educación en Cuba es gratuita desde preescolar (4 años) hasta bachillerato (18 años). Y, aunque es un logro muy importante, es necesario señalar que esto ocurre en muchos otros países del mundo. No obstante, a diferencia de otros países, en Cuba no existe la educación privada, la única opción es la enseñanza pública.
En los tiempos en que mis padres estudiaron, se consideraba que la educación primaria era de excelente calidad. Sin embargo, hoy día la situación deja mucho que desear. Debido a los bajos salarios en Cuba, existe un déficit enorme de maestros, por esto la calidad de la educación se ve muchas veces afectada. Es común escuchar que maestros cobran por poner buenas notas y, ya es práctica habitual el que algunas de las clases sean mediante reproducción de cintas previamente grabadas.
Se dice que la enseñanza universitaria en Cuba es gratuita, pero eso es incorrecto. Sería más apropiado decir que es de acceso universal. Cualquier cubano (en dependencia del promedio y resultados en las pruebas de ingreso) puede acceder a la Universidad; y, aunque el estudiante no tiene que pagar un peso, la educación superior tiene un precio. Una vez que el estudiante se gradúa debe trabajar para el Estado, 3 años si es mujer y 2 años si es hombre (ya que el hombre hace 1 año de servicio militar). Este periodo es conocido como el “Servicio Social”. El Servicio Social es obligatorio, se trabaja a sueldo mínimo (225 pesos al mes, unos 9 dólares) en una plaza asignada por el gobierno. Si un recién graduado no cumple con el Servicio Social, el Ministerio de Educación Superior le invalida el título universitario.
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1. Tienda estatal donde compra el cubano de forma racionada una vez al mes. 2. Tienda donde compran los extranjeros y cubanos con acceso a divisas.

4. La gran mayoría de los cubanos apoya al gobierno

El apoyo a un gobierno se demuestra mediante elecciones, y en Cuba no ocurren elecciones presidenciales desde 1948. Así pues, uno debe buscar otros indicadores para valorar este “apoyo”.
En Cuba existe un único partido que es legal, el Partido Comunista, y la Constitución de Cuba lo define como: “…la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado…”. No obstante, existen muchos otros partidos clandestinos. Los ciudadanos no ven legitimado su derecho de asociación y las únicas formas de sociedad civil son parte del Estado. Esto no impide que ciudadanos opositores hayan constituido grupos de forma clandestina y que traten de manifestarse de forma pacífica. Lamentablemente, manifestaciones de colectivos no reconocidos son continuamente reprimidos por grupos organizados por la policía política y operacionalizados a través del Partido Comunista. Ejemplo de ello son los actos de repudio contra opositores que en casos frecuentes llegan al extremo de la violencia verbal y física. Las conocidas Damas de Blanco, señoras que caminan por las calles con una flor en la mano, son cada semana reprimidas y encarceladas; sólo por mencionar un ejemplo.
Un gobierno que controla la prensa, la radio y la televisión, también controla la opinión popular, o mejor dicho, la opinión que ellos quieren transmitirle al mundo y a cada uno de nosotros. Jamás se ha trasmitido por televisión alguna opinión legítima de un cubano en contra del gobierno.
Oponerse al gobierno abiertamente es peligrosamente resbaladizo. La policía secreta te puede construir un caso delictivo y meterte en prisión. Este psico-terror político ha estado presente en la sociedad cubana por más de medio siglo. Como consecuencia del mismo, la gente ha optado por “no pensar, no decir y no opinar” para poder vivir tranquilos. Sin embargo, existe la doble moral. Gente que aplaude al régimen en público y luego en privado le critica.
La solución de muchos es emigrar en busca de oportunidades. En cifras oficiales, el 12% de los cubanos que salen del país legalmente, no regresan. Una cifra aterradora que muestra el enorme descontento con el sistema vigente. A estos emigrantes legales hay que añadir los que salen ilegalmente, los más conocidos son los que agarran una balsa y escapan, arriesgando su vida en el mar.

5. El bloqueo norteamericano impide que Cuba se desarrolle.

Es cierto que existe un embargo económico, financiero y comercial de Estados Unidos hacia Cuba, que tiene aplicación extraterritorial y ha sido condenado en múltiples ocasiones por la ONU. El embargo es un grupo de medidas y leyes que prohíben a empresas y ciudadanos norteamericanos establecer acuerdos comerciales con los cubanos residentes en la isla y el gobierno (existen “salvedades” como diversas productoras estadounidenses de alimentos que si tienen permitido negociar con el gobierno cubano).
El embargo ha estado presente desde los inicios de la “revolución” y uno de sus principales motivos al implantarse fue el decomiso general de la propiedad privada de cubanos y muchos norteamericanos en la isla, que jamás fue remunerada por parte del Estado cubano. Desde entonces, este embargo, rebautizado por el gobierno cubano como “bloqueo”, ha sido el argumento para justificar todos los fracasos y errores de su política económica, social y administrativa.
Cuba no puede comercializar con Estados Unidos (aunque Estados Unidos es el principal comprador de medicamentos en Cuba), pero, sólo el 40% del comercio exterior de Cuba es con Venezuela. Países como China y Brasil tienen fuertes lazos comerciales y financieros con la isla. El resto de países tienen la entera disponibilidad para entrelazar acuerdos económicos con Cuba, pero exigen el cobro en efectivo debido al reiterado incumplimiento de pagos.
No obstante, existe otro bloqueo que es el que verdaderamente afecta al cubano de a pie: es el bloqueo interno del gobierno para evitar que algún cubano progrese económicamente. Por ejemplo, la nueva Ley de Inversión Extranjera aprobada el pasado mes, le permite a cualquier persona de este planeta la posibilidad de invertir en la isla. Sin embargo, no existe una Ley de Inversión a secas que permita a los cubanos residentes en Cuba, invertir en el desarrollo económico de su país.
El gobierno permite la actividad de un magro sector privado (aquí se llaman “cuentapropistas”), pero solamente pueden desarrollarse 178 actividades de esta forma. Entre estas actividades se cuentan: peluquería, gastronomía, jardinería, ser cochero de vehículo de tracción animal, forrar botones, e incluso vender CDs piratas. Los cuentapropistas ven “bloqueado” su desarrollo por el propio gobierno cubano. No pueden acceder a créditos financieros, no pueden comprar en mercados mayoristas, al contrario que las empresas estatales, no tienen acceso a materias primas necesarias para desarrollar su trabajo (por ejemplo harina de fuerza para hacer pan, solamente a la venta para empresas estatales) tienen tasas de impuestos sobre la renta a niveles similares de Suecia y Austria (50% si ganas más de 160 dólares al mes)…
Prohibiciones en Cuba, que limitan el progreso, están a la orden del día: precio de los carros, precio de las viviendas, míseros salarios, internet prohibido en los hogares, acceso limitado a la información, ausencia de libertades políticas, imposibilidad de exportar e importar mercancías…
Para finalizar, dejo una pregunta: ¿Por qué Cuba, siendo una isla, no cuenta con una industria pesquera?
El “bloqueo” norteamericano sin duda impacta en los precios de determinados bienes, pero es el bloqueo interno el que impide el desarrollo del país.

1 de enero de 2014

La máquina de matar: El Che Guevara, de agitador comunista a marca capitalista

11/7/2005
Alvaro Vargas Llosa
The New Republic

El Che Guevara, quien hizo tanto (¿o tan poco?) por destruir al capitalismo, es en la actualidad la quintaesencia de una marca capitalista. Su semblante adorna jarros de café, caperuzas, encendedores, llaveros, billeteras, gorras de béisbol, tocados, bandadas, musculosas, camisetas deportivas, carteras finas, jeans de denim, té de hierbas, y por supuesto esas omnipresentes remeras con la fotografía, tomada por Alberto Korda, del galán socialista luciendo su boina durante los primeros años de la revolución, en el instante en que el Che de casualidad se introdujo en el visor del fotógrafo—y en la imagen que, treinta y ocho años después de su muerte, constituye aún el logotipo del revolucionario (¿o del capitalista?) “chic”. Sean O''''Hagan sostuvo en The Observer que existe incluso un jabón en polvo con el eslogan "El Che lava más blanco."
Los productos del Che son comercializados por grandes corporaciones y por pequeñas empresas, tales como la Burlington Coat Factory, la cual difundió un comercial televisivo presentando a un joven en pantalones de fajina luciendo una remera del Che, o la Flamingo''''s Boutique en Union City, Nueva Jersey, cuyo propietario respondió a la furia de los exiliados cubanos locales con este argumento devastador: "Yo vendo lo que la gente desea comprar." Los revolucionarios también se unieron a este frenesí de productos—desde "The Che Store", que vende provisiones, hasta el sitio que atiende "todas sus necesidades revolucionarias" en Internet, y el escritor italiano Gianni Minà, quien le vendió a Robert Redford los derechos cinematográficos del diario del Che sobre su juvenil viaje alrededor de América del Sur en el año 1952 a cambio de poder acceder al rodaje del film Diarios de Motocicleta y de que Minà pudiese producir su propio documental. Para no mencionar a Alberto Granado, quien acompañó al Che en su viaje de juventud y ahora asesora documentalistas, y que se quejaba hace poco en Madrid, según el diario El País, ante un Rioja y un magret de pato, de que el embargo estadounidense contra Cuba le dificulta el cobro de las regalías. Para llevar a la ironía más lejos: el edificio en el cual nació Guevara en la ciudad de Rosario, Argentina, un espléndido inmueble de comienzos del siglo veinte sito en la esquina de las calles Urquiza y Entre Ríos, se encontraba hasta hace poco ocupado por la administradora de fondos de jubilaciones y pensiones privada Máxima AFJP, una hija de la privatización de la seguridad social argentina en la década de 1990.
La metamorfosis del Che Guevara en una marca capitalista no es nueva, pero la marca viene experimentando un renacimiento—un renacimiento especialmente destacable, dado que el mismo tiene lugar años después del colapso político e ideológico de todo lo que Guevara representaba. Esta suerte inesperada se debe sustancialmente a Diarios de Motocicleta, la película producida por Robert Redford y dirigida por Walter Salles. (Es una de las tres películas más importantes sobre el Che ya realizadas o actualmente en rodaje en los últimos dos años; las otras dos han sido dirigidas por Josh Evans y Steven Soderbergh.) Hermosamente rodada en paisajes que claramente han eludido los efectos erosivos de la polución capitalista, el film exhibe al joven en un viaje de auto-descubrimiento a medida que su conciencia social en ciernes tropieza con la explotación social y económica, lo que va preparando el terreno para la reinvención del hombre a quien Sartre llamara alguna vez el ser humano más completo de nuestra era.
Pero para ser más preciso, el actual renacimiento del Che se inició en 1997, en el trigésimo aniversario de su muerte, cuando cinco biografías abrumaron las librerías y sus restos fueron descubiertos cerca de una pista de aterrizaje en el aeropuerto de Vallegrande, en Bolivia, después de que un general boliviano retirado, en una revelación espectacularmente oportuna, indicara la ubicación exacta. El aniversario volvió a centrar la atención en la famosa fotografía de Freddy Alborta del cadáver del Che tendido sobre una mesa, escorzado, muerto y romántico, luciendo como Cristo en un cuadro de Mantegna.
Es usual que los seguidores de un culto no conozcan la verdadera historia de su héroe. (Muchos rastafaris renunciarían a Haile Selassie si tuviesen alguna idea de quien fue en realidad.) No sorprende que los seguidores contemporáneos de Guevara, sus nuevos admiradores post-comunistas, también se engañen a sí mismos al aferrarse a un mito—excepto los jóvenes argentinos que corean una expresión de rima perfecta: "Tengo una remera del Che y no sé por qué."
Considérese a algunos de los individuos que recientemente han blandido o invocado el retrato de Guevara como un emblema de justicia y rebelión contra el abuso de poder. En el Líbano, unos manifestantes que protestaban en contra de Siria ante la tumba del ex primer ministro Rafiq Hariri portaban la imagen del Che. Thierry Henry, un jugador de fútbol francés que juega para el Arsenal, en Inglaterra, se apareció en una importante velada de gala organizada por la FIFA, el organismo del fútbol mundial, vistiendo una remera roja y negra del Che. En una reciente reseña publicada en The New York Times sobre Land of the Dead de George A. Romero, Manohla Dargis destacaba que "el mayor impacto aquí puede ser el de la transformación de un zombi negro en un virtuoso líder revolucionario," y agregó: "Creo que el Che en verdad vive, después de todo."
El héroe del fútbol Maradona ostentó el emblemático tatuaje del Che en su brazo derecho durante un viaje en el que se reunió con Hugo Chávez en Venezuela. En Stavropol, al sur de Rusia, unos manifestantes que reclamaban los pagos en efectivo de los beneficios del bienestar social tomaron la plaza central con banderas del Che. En San Francisco, City Lights Books, el legendario hogar de la literatura beat, invita a los visitantes a una sección dedicada a América Latina en la cual la mitad de los estantes se encuentra ocupada por libros del Che. José Luis Montoya, un oficial de policía mexicano que combate el crimen relacionado con las drogas en Mexicali luce una vincha del Che porque ella lo hace sentirse más fuerte. En el campo de refugiados de Dheisheh, en la margen occidental del río Jordán, los afiches del Che adornan un muro que le rinde tributo a la Intifada. Una revista dominical dedicada a la vida social en Sydney, Australia, enumera a los tres invitados ideales en una cena: Alvar Aalto, Richard Branson, y el Che Guevara. Leung Kwok-hung, el rebelde elegido a la junta legislativa de Hong Kong, desafía a Beijing al vestir una remera del Che. En Brasil, Frei Betto, consejero del Presidente Lula da Silva y encargado del programa de alto perfil "Hambre Cero," afirma que "deberíamos prestarle menos atención a Trotsky y mucha más al Che Guevara." Y lo más estupendo de todo, en la ceremonia de este año de los Premios de la Academia, Carlos Santana y Antonio Banderas interpretaron la canción principal del film Diarios de Motocicleta: Santana se presentó luciendo una remera del Che y un crucifijo. Las manifestaciones del nuevo culto del Che están por todas partes. Una vez más el mito está apasionando a individuos cuyas causas en su mayor parte representan exactamente lo opuesto de lo que era Guevara.
Ningún hombre carece de algunas cualidades atenuantes. En el caso del Che Guevara, esas cualidades pueden ayudarnos a medir el abismo que separa a la realidad del mito. Su honestidad (quiero decir: honestidad parcial) significa que dejó testimonio escrito de sus crueldades, incluido lo muy malo, aunque no lo peor. Su coraje—que Castro describió como "su manera, en los momentos difíciles y peligrosos, de hacer las cosas más difíciles y peligrosas"—significa que no vivió para asumir la plena responsabilidad por el infierno de Cuba. El mito puede decir tanto acerca de una época como la verdad. Y es así que gracias a los propios testimonios que el Che brinda de sus pensamientos y de sus actos, y gracias también a su prematura desaparición, podemos saber exactamente cuan engañados están muchos de nuestros contemporáneos respecto de muchas cosas.
Guevara puede haberse enamorado de su propia muerte, pero estaba mucho más enamorado de la muerte ajena. En abril de 1967, hablando por experiencia, resumió su idea homicida de la justicia en su "Mensaje a la Tricontinental": “El odio como factor de lucha; el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar”. Sus primeros escritos se encuentran también sazonados con esta violencia retórica e ideológica. A pesar de que su ex novia Chichina Ferreyra duda de que la versión original de los diarios de su viaje en motocicleta contenga la observación de "siento que mis orificios nasales se dilatan al saborear el amargo olor de la pólvora y de la sangre del enemigo," Guevara compartió con Granado en esa temprana edad esta exclamación: "¿Revolución sin disparar un tiro? Estás loco." En otras ocasiones el joven bohemio parecía incapaz de distinguir entre la frivolidad de la muerte como un espectáculo y la tragedia de las victimas de una revolución. En una carta a su madre en 1954, escrita en Guatemala, donde fue testigo del derrocamiento del gobierno revolucionario de Jacobo Arbenz, escribió: “Aquí estuvo muy divertido con tiros, bombardeos, discursos y otros matices que cortaron la monotonía en que vivía”.
La disposición de Guevara cuando viajaba con Castro desde México a Cuba a bordo del Granma es capturada en una frase de una carta a su esposa que redactó el 28 de enero de 1957, no mucho después de desembarcar, publicada en su libro Ernesto: Una Biografía del Che Guevara en Sierra Maestra: “Estoy en la manigua cubana, vivo y sediento de sangre”. Esta mentalidad había sido reforzada por su convicción de que Arbenz había perdido el poder debido a que había fallado en ejecutar a sus potenciales enemigos. En una carta anterior a su ex novia Tita Infante había observado que “Si se hubieran producido esos fusilamientos, el gobierno hubiera conservado la posibilidad de devolver los golpes”. No sorprende que durante la lucha armada contra Batista, y luego tras el ingreso triunfal en La Habana, Guevara asesinara o supervisara las ejecuciones en juicios sumarios de muchísimas personas—enemigos probados, meros sospechados y aquellos que se encontraban en el lugar equivocado en el momento equivocado.
En enero de 1957, tal como lo indica su diario desde la Sierra Maestra, Guevara le disparó a Eutimio Guerra porque sospechaba que aquel se encontraba pasando información: “Acabé con el problema dándole un tiro con una pistola del calibre 32 en la sien derecha, con orificio de salida en el temporal derecho...sus pertenencias pasaron a mi poder”. Más tarde mató a tiros a Aristidio, un campesino que expresó el deseo de irse cuando los rebeldes siguieran su camino. Mientras se preguntaba si esta victima en particular "era en verdad lo suficientemente culpable como para merecer la muerte," no vaciló en ordenar la muerte de Echevarría, el hermano de uno de sus camaradas, en razón de crímenes no especificados: "Tenía que pagar el precio." En otros momentos simularía ejecuciones sin llevarlas a cabo, como un método de tortura psicológica.
Luis Guardia y Pedro Corzo, dos investigadores que se encuentran trabajando en Florida en un documental sobre Guevara, han obtenido el testimonio de Jaime Costa Vázquez, un ex comandante del ejército revolucionario conocido como "El Catalán," quien sostiene que muchas de las ejecuciones atribuidas a Ramiro Valdés (futuro ministro del interior de Cuba) fueron responsabilidad directa de Guevara, debido a que Valdés se encontraba bajo sus ordenes en las montañas. “Ante la duda, mátalo” fueron las instrucciones del Che. En vísperas de la victoria, según Costa, el Che ordenó la ejecución de un par de docenas de personas en Santa Clara, en Cuba central, hacia donde había marchado su columna como parte de un asalto final contra la isla. Algunos de ellos fueron muertos en un hotel, como ha escrito Marcelo Fernándes-Zayas, otro ex revolucionario que después se convertiría en periodista (agregando que entre los ejecutados había campesinos conocidos como casquitos que se habían unido al ejército simplemente para escapar del desempleo).
Pero la "fría máquina de matar" no dio muestra de todo su rigor hasta que, inmediatamente después del colapso del régimen de Batista, Castro lo pusiera a cargo de la prisión de La Cabaña. (Castro tenía un buen ojo clínico para escoger a la persona perfecta para proteger a la revolución contra la infección.) San Carlos de La Cabaña es una fortaleza de piedra que fue utilizada para defender a La Habana contra los piratas ingleses en el siglo dieciocho; más tarde se convirtió en un cuartel militar. De una manera que evoca al escalofriante Lavrenti Beria, Guevara presidió durante la primera mitad de 1959 uno de los periodos más oscuros de la revolución. José Vilasuso, abogado y profesor en la Universidad Interamericana de Bayamón en Puerto Rico, quien pertenecía al grupo encargado del proceso judicial sumario en La Cabaña, me dijo recientemente que
“El Che dirigió la Comisión Depuradora. El proceso se regía por la ley de la sierra: tribunal militar de hecho y no jurídico, y el Che nos recomendaba guiarnos por la convicción. Esto es: “Sabemos que todos son unos asesinos, luego proceder radicalmente es lo revolucionario”. Miguel Duque Estrada era mi jefe inmediato. Mi función era de instructor. Es decir legalizar profesionalmente la causa y pasarla al ministerio fiscal, sin juicio propio alguno. Se fusilaba de lunes a viernes. Las ejecuciones se llevaban a cabo de madrugada, poco después de dictar sentencia y declarar sin lugar (de oficio) la apelación. La noche más siniestra que recuerdo se ejecutaron siete hombres”.
Javier Arzuaga, el capellán vasco que les brindaba consuelo a aquellos condenados a morir y que presenció personalmente docenas de ejecuciones, habló conmigo recientemente desde su casa en Puerto Rico. Ex sacerdote católico de setenta y cinco años de edad, quien se describe como "más cercano a Leonardo Boff y a la Teología de la Liberación que al ex cardenal Cardinal Ratzinger," Arzuaga recuerda que
“La cárcel de La Cabaña se mantuvo llena a rebosar. Sobre 800 hombres hacinados en un espacio pensado para no más de 300: militares batistianos o miembros de algunos de los cuerpos de la policía, algunos “chivatos”, periodistas, empresarios o comerciantes. El juez no tenía por qué ser hombre de leyes; sí, en cambio, pertenecer al ejército rebelde, al igual que los compañeros que ocupaban con él la mesa del tribunal. Casi todas las vistas de apelación estuvieron presididas por el Che Guevara. No recuerdo ningún caso cuya sentencia fuera revocada en esas vistas. Todos los días yo visitaba la “galera de la muerte”, donde permanecían los prisioneros desde que eran sentenciados a muerte. Corrió la voz de que yo hipnotizaba a los condenados antes de salir para el paredón y que por eso se daban tan fáciles las cosas, sin escenas desagradables, y el Che Guevara dio orden de que nadie fuera conducido al paredón sin que yo estuviera presente. Yo asistí a 55 fusilamientos hasta el mes de mayo, cuando me fui. Eso no quiere decir que no se siguiera fusilando. Herman Marks era un americano, se decía que era prófugo de la justicia. Lo llamábamos “el carnicero” porque gozaba gritando “pelotón, atención, preparen, apunten, fuego”. Conversé varias veces con el Che con el fin de interceder por determinadas personas. Recuerdo muy bien el caso de Ariel Lima que era menor de edad, pero fue inflexible. Lo mismo puedo decir de Fidel Castro, a quien acudí también en dos ocasiones con igual propósito. Sufrí un trauma. A finales de mayo me sentía mal y se me recomendó abandonar la parroquia de Casa Blanca, dentro de cuyos límites se encontraba La Cabaña y que yo había atendido en los últimos tres años. Me fui a México para un tratamiento. Cuando nos despedíamos, el Che Guevara me dijo que nos habíamos llevado bien, tratando los dos de sacar el otro de su campo para atraerlo al de uno. “Hemos fracasado los dos. Cuando nos quitemos las caretas que hemos llevado puestas, seremos enemigos frente a frente”.
¿Cuánta gente fue asesinada en La Cabaña? Pedro Corzo ofrece una cifra de unos doscientos, similar a la proporcionada por Armando Lago, un profesor de economía retirado que ha compilado una lista de 179 nombres como parte de un estudio de ocho años sobre las ejecuciones en Cuba. Vilasuso me dijo que cuatrocientas personas fueron ejecutadas entre el mes de enero y fines de junio de 1959 (fecha en el que el Che dejó de estar a cargo de La Cabaña). Los cables secretos enviados por la Embajada de los Estados Unidos en La Habana al Departamento de Estado en Washington hablan de "más de 500." Según Jorge Castañeda, uno de los biógrafos de Guevara, un católico vasco simpatizante de la revolución, el fallecido Padre Iñaki de Aspiazú, hablaba de setecientas victimas. Félix Rodríguez, un agente de la CIA quien fue parte del equipo a cargo de la captura de Guevara en Bolivia, me dijo que él encaró al Che después de su captura respecto de "las dos mil y pico" ejecuciones por las que fue responsable durante su vida. "Dijo que todos eran agentes de la CIA y no se refirió a la cifra," recuerda Rodríguez. Las cifras más altas pueden incluir ejecuciones que tuvieron lugar en los meses posteriores a la fecha en que el Che dejó de estar a cargo de la prisión.
Lo cual nos trae de regreso a Carlos Santana y a su elegante indumentaria del Che. En una carta abierta publicada en El Nuevo Herald el 31 de marzo de este año, el gran músico de jazz Paquito D''''Rivera reprochó a Santana su vestuario en la ceremonia de los Premios Oscar, y agregó: “Uno de esos cubanos fue mi primo Bebo, preso allí precisamente por ser cristiano. El me cuenta siempre con amargura cómo escuchaba desde su celda en la madrugada los fusilamientos sin juicio de mucho que morían gritando “¡Viva Cristo Rey!”.
El ansia de poder del Che tenía otras maneras de expresarse además del asesinato. La contradicción entre su pasión por viajar—una especie de protesta contra las limitaciones del estado-nación—y su impulso por convertirse en un estado esclavizante en relación a otras personas es patético. Al escribir acerca de Pedro Valdivia, el conquistador de Chile, Guevara reflexionaba: "Pertenecía a esa clase especial de hombres a los que la especie produce de vez en cuando, en quienes un anhelo por el poder ilimitado es tan extremo que cualquier sufrimiento para lograrlo parece natural." Podría haber estado describiéndose así mismo. En cada etapa de su vida adulta, sus megalomanía se manifestaba en el impulso depredador por apoderarse de las vidas y de la propiedad de otras personas, y de abolir su libre voluntad.
En 1958, después de tomar la ciudad de Sancti Spiritus, Guevara intento sin éxito imponer una especie de sharia, regulando las relaciones entre los hombres y las mujeres, el uso del alcohol, y el juego informal—un puritanismo que no caracterizaba precisamente su propia forma de vida. Les ordenó también a sus hombres que asaltaran bancos, una decisión que justificó en una carta a Enrique Oltuski, un subordinado, en noviembre de ese año: "Las masas que luchan están de acuerdo con asaltar a los bancos porque ninguno de ellos tiene un centavo en los mismos." Esta idea de la revolución como una licencia para reasignar la propiedad según le conviniese condujo al puritano marxista a apoderarse de la mansión de un emigrante tras el triunfo de la revolución.
El impulso de desposeer a los demás de su propiedad y de reclamar la propiedad del territorio de otros fue central a la política opresiva de Guevara. En sus memorias, el líder egipcio Gamal Abdel Nasser cuenta que Guevara le preguntó cuántas personas habían abandonado su país debido a la reforma agraria. Cuando Nasser replicó que ninguna, el Che contestó enojado que la manera de medir la profundidad del cambio es a través del número de individuos "que sienten que no hay lugar para ellos en la nueva sociedad." Este instinto depredador alcanzó un apoteosis en 1965, cuando empezó a hablar, como Dios, acerca del "Hombre Nuevo" que él y su revolución crearían.
La obsesión del Che con el control colectivista lo llevó a colaborar en la formación del aparato de seguridad que fue establecido para subyugar a seis millones y medio de cubanos. A comienzos de 1959, una serie de reuniones secretas tuvo lugar en Tarará, cerca de La Habana, en la mansión a la cual el Che temporalmente se retiró para recuperarse de una enfermedad. Allí fue donde los líderes principales, incluido Castro, diseñaron al estado policíaco cubano. Ramiro Valdés, subordinado del Che durante la guerra de guerrillas, fue puesto al mando del G-2, un cuerpo inspirado en la Cheka. Angel Ciutah, un veterano de la Guerra Civil española enviado por los soviéticos que había estado muy cerca de Ramón Mercader, el asesino de Trotsky, y que más tarde entablaría amistad con el Che, desempeñó un papel fundamental en la organización del sistema, junto con Luis Alberto Lavandeira, quien había servido al jefe en La Cabaña. El propio Guevara se hizo cargo del G-6, el grupo al que se le encomendó el adoctrinamiento ideológico de las fuerzas armadas. La invasión respaldada por los EE.UU. de Bahía de Cochinos en abril de 1961 se convirtió en la ocasión perfecta para consolidar al nuevo estado policíaco, con el acorralamiento de decenas de miles de cubanos y una nueva serie de ejecuciones. Como el mismo Guevara le expresó al embajador soviético Sergei Kudriavtsev, los contrarrevolucionarios nunca "volverían a levantar su cabeza."
"Contrarrevolucionario" es el término que se le aplicaba a cualquiera que se apartara del dogma. Era el equivalente comunista de "hereje." Los campos de concentración eran una forma en la cual el poder dogmático era empleado para suprimir el disenso. La historia le atribuye al general español Valeriano Weyler, el capitán general de Cuba a finales del siglo diecinueve, haber empleado por vez primera a la palabra "concentración" para describir la política de cercar a las masas de potenciales opositores—en su caso a los simpatizantes del movimiento independentista cubano—con alambre de púas y empalizadas. Qué irónico (y apropiado) que los revolucionarios de Cuba más de medio siglo después continuasen con esta tradición local. Al principio, la revolución movilizó a voluntarios para construir escuelas y para trabajar en los puertos, plantaciones, y fábricas—todas ellas exquisitas oportunidades fotográficas para el Che el estibador, el Che el cortador de caña, el Che el fabricante de telas. No pasó mucho tiempo antes de que el trabajo voluntario se volviese un poco menos voluntario: el primer campamento de trabajos forzados, Guanahacabibes, fue establecido en Cuba occidental hacia el final de 1960. Así es como el Che explicaba la función desempeñada por este método de confinamiento: “A Guanahacabibes se manda a la gente que no debe ir a la cárcel , la gente que ha cometido faltas a la moral revolucionaria de mayor o menor grado...es trabajo duro, no trabajo bestial”.
Este campamento fue el precursor del confinamiento sistemático, a partir de 1965 en la provincia de Camagüey, de disidentes, homosexuales, victimas del SIDA, católicos, Testigos de Jehová, sacerdotes afro-cubanos, y otras escorias por el estilo, bajo la bandera de las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP). Hacinados en autobuses y camiones, los "desadaptados" serían transportados a punta de pistola a los campos de concentración organizados sobre la base del modelo de Guanahacabibes. Algunos nunca regresarían; otros serían violados, golpeados, o mutilados; y la mayoría quedarían traumatizados de por vida, como el sobrecogedor documental de Néstor Almendros Conducta Impropia se lo mostrara al mundo un par de décadas atrás.
De esta manera, la revista Time parece haber errado en agosto de 1960 cuando describió a la división del trabajo de la revolución con una nota de tapa presentando al Che Guevara como el "cerebro," a Fidel Castro como el "corazón" y a Raúl Castro como el "puño." Pero la percepción revelaba el papel crucial de Guevara en hacer de Cuba un bastión del totalitarismo. El Che era de alguna manera un candidato improbable para la pureza ideológica, dado su espíritu bohemio, pero durante los años de entrenamiento en México y en el periodo resultante de la lucha armada en Cuba emergió como el ideólogo comunista locamente enamorado de la Unión Soviética, en gran medida para molestia de Castro y de otros que eran esencialmente oportunistas dispuestos a utilizar cualquier medio necesario para ganar poder. Cuando los aspirantes a revolucionarios fueron arrestados en México en 1956, Guevara fue el único que admitió que era un comunista y que estaba estudiando ruso. (Habló abiertamente de su relación con Nikolai Leonov de la Embajada Soviética.) Durante la lucha armada en Cuba, forjó una férrea alianza con el Partido Socialista Popular (el partido comunista de la isla) y con Carlos Rafael Rodríguez, un jugador importante en la conversión del régimen de Castro al comunismo.
Esta fanática disposición convirtió al Che en una parte esencial de la "sovietización" de la revolución que se había jactado reiteradamente de su carácter independiente. Muy poco después de que los barbudos llegaran al poder, Guevara participó de negociaciones con Anastas Mikoyan, el vice primer ministro soviético, quien visitó Cuba. Le fue confiada la misión de promover las negociaciones soviético-cubanas durante una visita a Moscú a finales de 1960. (La misma fue parte de un largo viaje en el cual la Corea del Norte de Kim Il Sung fue el país que “más” le impresionó.) El segundo viaje a Rusia de Guevara, en agosto de 1962, fue aún más significativo, en razón de que el mismo selló el acuerdo para convertir a Cuba en una cabeza de playa nuclear soviética. Se reunió con Khrushchev en Yalta para finalizar los detalles sobre una operación que ya se había iniciado y que involucraba la introducción en la isla de cuarenta y dos misiles soviéticos, la mitad de los cuales estaban armados con ojivas nucleares, así como también lanzadores y unos cuarenta y dos mil soldados. Tras presionar a sus aliados soviéticos sobre el peligro de que los Estados Unidos pudiesen descubrir lo que estaba aconteciendo, Guevara obtuvo garantías de que la marina soviética intervendría—en otras palabras, de que Moscú estaba preparada para ir a la guerra.
Según la biografía de Guevara de Philippe Gavi, el revolucionario había alardeado que "su país se encuentra deseoso de arriesgarlo todo en una guerra atómica de inimaginable capacidad destructiva para defender un principio." Apenas después de finalizada la crisis de los misiles cubanos—cuando Khrushchev renegó de la promesa hecha en Yalta y negoció un acuerdo con los Estados Unidos a espaldas de Castro que incluía la remoción de los misiles estadounidenses de Turquía—Guevara dijo a un periódico comunista británico: "Si los cohetes hubiesen permanecido, los hubiésemos utilizado a todos y dirigido contra el mismo corazón de los Estados Unidos, incluida Nueva York, en nuestra defensa contra la agresión." Y un par de años más tarde, en las Naciones Unidas, fue leal a las formas: "Como marxistas hemos sostenido que la coexistencia pacífica entre las naciones no incluye a la coexistencia entre los explotadores y el explotado."
Guevara se distanció de la Unión Soviética en los últimos años de su vida. Lo hizo por las razones equivocadas, culpando a Moscú por ser demasiado blando ideológica y diplomáticamente, y hacer demasiadas concesiones—a diferencia de la China maoísta, a la cual llegó a ver como un refugio de la ortodoxia. En octubre de 1964, un memo escrito por Oleg Daroussenkov, un funcionario soviético cercano a él, cita a Guevara diciendo: "Les pedimos armas a los checoslovacos; y nos rechazaron. Luego se las pedimos a los chinos; dijeron que sí en pocos días, y ni siquiera nos cobraron, declarando que uno no le vende armas a un amigo." En realidad, Guevara se resintió por el hecho de que Moscú le estaba solicitando a otros miembros del bloque comunista, incluida Cuba, algo a cambio de su colosal ayuda y de su apoyo político. Su ataque final contra Moscú llegó en Argelia, en febrero de 1965, en una conferencia internacional en la que acusó a los soviéticos de adoptar la "ley del valor," es decir, el capitalismo. Su ruptura con los soviéticos, en síntesis, no fue un grito en favor de la independencia. Fue un alarido al estilo de Enver Hoxha en aras de la total subordinación de la realidad a la ciega ortodoxia ideológica.
El gran revolucionario tuvo una oportunidad de poner en práctica su visión económica—su idea de la justicia social—como director del Banco Nacional de Cuba y del Departamento de Industria del Instituto Nacional de la Reforma Agraria a fines de 1959, y, desde principios de 1961, como ministro de industria. El periodo en el cual Guevara estuvo a cargo de la mayor parte de la economía cubana atestiguó el cuasi colapso de la producción de azúcar, el fracaso de la industrialización y la introducción del racionamiento—todo esto en el que había sido uno de los cuatros países económicamente más exitosos de América Latina desde antes de la dictadura de Batista.
Su tarea como director del Banco Nacional, durante la cual imprimió billetes que llevaban la firma "Che," ha sido sintetizada por su asistente, Ernesto Betancourt: “Encontré en el Che una ignorancia absoluta de los principios más elementales de la economía”. Los poderes de percepción de Guevara respecto de la economía mundial fueron muy bien expresados en 1961, durante una conferencia hemisférica celebrada en Uruguay, donde predijo una tasa de crecimiento para Cuba del 10 por ciento "sin el menor temor," y, para 1980, un ingreso per capita mayor que el de "los EE.UU. en la actualidad." En verdad, hacia 1997, el trigésimo aniversario de su muerte, los cubanos se encontraban bajo una dieta consistente en una ración de cinco libras de arroz y una libra de frijoles por mes; cuatro onzas de carne dos veces al año; cuatro onzas de pasta de soja por semana; y cuatro huevos por mes.
La reforma agraria le quitó tierra al rico, pero se la dio a los burócratas, no a los campesinos. (El decreto fue redactado en la casa del Che.) En el nombre de la diversificación, el área cultivada fue reducida y la mano de obra disponible distraída hacia otras actividades. El resultado fue que entre 1961 y 1963, la cosecha se redujo a la mitad: apenas unos 3,8 millones de toneladas métricas. ¿Se justificaba este sacrificio por el fomento de la industrialización cubana? Desdichadamente, Cuba carecía de materias primas para la industria pesada, y, como una consecuencia de la redistribución revolucionaria, no contaba con una moneda sólida con la cual adquirirlas—o incluso adquirir los productos básicos. Para 1961, Guevara estaba teniendo que dar explicaciones embarazosas a los trabajadores en la oficina: "Nuestros camaradas técnicos en las compañías han producido una pasta dental... tan buena como la anterior; limpia exactamente lo mismo, a pesar de que después de un tiempo se vuelve una piedra." Para 1963, todas las esperanzas de industrializar a Cuba fueron abandonadas, y la revolución aceptó su rol de proveedora colonial de azúcar al bloque soviético a cambio de petróleo para cubrir sus necesidades y para revenderlo a otros países. Durante las tres décadas siguientes, Cuba sobreviviría en base a un subsidio soviético de más o menos entre $65 mil millones y $100 mil millones.
Habiendo fracasado como héroe de la justicia social, ¿merece Guevara un lugar en los libros de historia como un genio de la guerra de guerrillas? Su mayor logro militar en la lucha contra Batista—la toma de la ciudad de Santa Clara después de emboscar un tren con pesados refuerzos—es seriamente cuestionado. Numerosos testimonios indican que el conductor del tren se rindió de antemano, acaso tras aceptar sobornos. (Gutiérrez Menoyo, quien dirigía un grupo guerrillero diferente en esa área, está entre aquellos que han criticado la historia oficial de Cuba sobre la victoria de Guevara.) Inmediatamente después del triunfo de la revolución, Guevara organizó ejércitos guerrilleros en Nicaragua, la República Dominicana, Panamá, y Haití—todos los cuales fueron aplastados. En 1964, envió al revolucionario argentino Jorge Ricardo Masetti a su muerte al persuadirlo de que montase un ataque contra su país natal desde Bolivia, justo después de que la democracia representativa había sido restablecida en la Argentina.
Particularmente desastrosa fue la expedición al Congo en 1965. Guevara se alió con dos rebeldes—Pierre Mulele en el oeste y Laurent Kabila en el este—contra el desagradable gobierno congoleño, el cual era sostenido por los Estados Unidos, por mercenarios sudafricanos y exiliados cubanos. Mulele había tomado posesión de Stanleyville antes de ser repelido. Durante su reinado de terror, tal como lo ha escrito V.S. Naipaul, asesinó a todos aquellos que podían leer y a todos los que vestían una corbata. Respecto del otro aliado de Guevara, Laurent Kabila, se trataba meramente de un perezoso y un corrupto por aquel entonces; pero el mundo descubriría en los años 90 que también él era una máquina de matar. En cualquier caso, Guevara se pasó gran parte de 1965 ayudando a los rebeldes en el este antes de abandonar el país de manera ignominiosa. Poco tiempo después, Mobutu llegó al poder e instaló una tiranía de décadas. (En los países latinoamericanos, de Argentina al Perú, las revoluciones inspiradas en el Che tuvieron el mismo resultado practico de reforzar el militarismo brutal durante muchos años.)
En Bolivia, el Che fue nuevamente derrotado, y por última vez. Malinterpretó la situación local. Una reforma agraria había tenido lugar unos años antes; el gobierno había respetado muchas de las instituciones de las comunidades campesinas; y el ejército era cercano a los Estados Unidos a pesar de su nacionalismo. "Las masas campesinas no nos ayudan en absoluto" fue la melancólica conclusión de Guevara en su diario boliviano. Aún peor, Mario Monje, el líder comunista local, quien no tenía estómago para una guerra de guerrillas tras haber sido humillado en los comicios, condujo a Guevara hacia una ubicación vulnerable en el sudeste del país. Las circunstancias de la captura del Che en la quebrada del Yuro, poco después de reunirse con el intelectual francés Régis Debray y el pintor argentino Ciro Bustos, ambos arrestados cuando abandonaban el campamento, fueron, como gran parte de la expedición boliviana, cosa de aficionados.
Guevara fue ciertamente audaz y corajudo, y rápido para organizar la vida en base a principios militares en los territorios bajo su control, pero no era un General Giap. Su libro La Guerra de Guerrillas enseña que las fuerzas populares pueden vencer a un ejército, que no es necesario aguardar a que se den las condiciones necesarias ya que un foco insurreccional puede provocarlos, y que el combate debe tener lugar principalmente en el campo. (En su receta para la guerra de guerrillas, reserva también para las mujeres el rol de cocineras y enfermeras.) Sin embargo, el ejército de Batista no era un ejército sino un corrupto manojo de matones carente de motivación y sin mucha organización; los focos guerrilleros, con la excepción de Nicaragua, terminaron todos en cenizas para los foquistas, y América Latina se ha vuelto urbana en un 70 por ciento en estas últimas cuatro décadas. Al respecto, también, el Che Guevara fue un cruel alucinado.
En las últimas décadas del siglo diecinueve, Argentina tenía la segunda tasa de crecimiento más grande del mundo. Hacia la década de 1890, el ingreso real de los trabajadores argentinos era superior al de los trabajadores suizos, alemanes, y franceses. Para 1928, ese país ocupaba el duodécimo lugar en el mundo en cuanto a su PBI per capita. Ese logro, que las siguientes generaciones arruinarían, se debió en gran medida a Juan Bautista Alberdi.
Al igual que Guevara, a Alberdi le gustaba viajar: caminó a través de las pampas y de los desiertos de norte a sur a los catorce años de edad, rumbo a Buenos Aires. Como Guevara, Alberdi se oponía a un tirano, Juan Manuel Rosas. Igual que Guevara, Alberdi tuvo la oportunidad de influir sobre un líder revolucionario en el poder—Justo José de Urquiza, quien derrocó a Rosas en 1852. Como Guevara, Alberdi representó al nuevo gobierno en giras mundiales, y murió en el exterior. Pero a diferencia del viejo y nuevo predilecto de la izquierda, Alberdi nunca mató una mosca. Su libro, Bases y puntos de partida para la organización de la República Argentina, fue la base de la Constitución de 1853 que limitó el Estado, abrió el comercio, alentó la inmigración y aseguró los derechos de propiedad, inaugurando de ese modo un periodo de setenta años de asombrosa prosperidad. No se entremetió en los asuntos de otras naciones, oponiéndose a la guerra de su país contra Paraguay. Su semblante no adorna el abdomen de Mike Tyson.
Este trabajo fue originalmente publicado en inglés por la revista The New Republic bajo el titulo de The Killing Machine: Che Guevara, from Communist Firebrand to Capitalist Brand, en sus ediciones del 11 y 18 de julio de 2005.
Traducido por Gabriel Gasave



Alvaro Vargas Llosa es Académico Asociado Senior del Centro Para la Prosperidad Global en The Independent Institute y editor de Lessons from the Poor.

Fuente: http://www.elindependent.org/articulos/article.asp?id=1535 

24 de agosto de 2012

Algunas palabras sobre Pancho Jaime

hace algunos años había visto por una panita una revista de pancho jaime pero pasó pasó... hace unos días el pablo me pasó TIENE RAZÓN PERO VA PRESO i luego el guillo me dio COMENTARIOS DE PANCHO JAIME.


redescubrir a pancho jaime siempre es alentador. aunque lo cataloguen de misógeno yo creo que no debemos encerrarnos en conceptos puristas, el lenguaje crudo i obsceno de PJ respondía a una coyuntura i a una forma guayaca de ser del man i que representaba toda la ira i la indignación contenida en el desgobierno de león. (i si ofende la delicada sensibilidad de lectores acostumbrados a vanguardia o diners, que pena!.)

recordemos todas las torturas, desapariciones, asesinatos, persecusiones que fueron pan de cada día en la época de febres cordero con su perversa creación de GARCIA MORENO TAMBIEN VIVE CHUCHA!, con los actos de corrupción, cuando nebot gobernador del guayas asistía a las torturas, i abdalá alcalde negociaba a diestra i siniestra, cuando llevaban a los jóvenes revolucionarios al Cajas a torturarles en las lagunas heladas, o metían ratones dentro de mujeres embarazadas, las picanas, las infiltraciones.
i si ahora que vivimos en una aparente calma democracia nadie se atreve a decir las cosas como son, (alejándonos de fríos columnistas intelectualoides con sus escuetos análisis) i en la peor época del plan cóndor a nivel latinoamericano, PANCHO JAIME siempre imprimía clandestinamente sus revistas contrainformativas!!

i como lo torturaron, cuántas veces, le cortaron su trenza i su bigote, le hicieron comer su periódico, pasó incontables veces i meses en la penitenciaria (le intentaron matar pero como era gente de pueblo, los mismos reos le defendían)
i con su banda de rock and roll (por eso fue conocido como la Mamá del Rock), nunca se intimidó de publicar sobre los vicios i perversiones de la alta sociedad i la política - tengo esa revista en que le dice mariquita perez a león después del ahueve que se pegó en la base de taura, la recomiendo-, nunca se escondió en el anonimato i eso le costaría la vida en septiembre del 89, disparado a traición por un sucio cerdo empleado de león.
i bueno en diciembre tomo mi mochila, mi cámara i me largo al guayas que quiero hacer un documental del pancho jaime, i a ver si estos días escaneo algo de él para poner en el blog!.

soundtrack de esta entrada: "somos de una generación que no se puede parar más botas pisan el asfalto de nuestra ciudad, una forma de vivir que nos llena más y más, una cultura en auge ahora se está notando la clase obrera no se puede parar. seguimos, seguimos vivos y pateando..." (vivos i pateando - último asalto)

21 de febrero de 2011

La verdadera historia del "Che" Guevara

PROLOGO
A pesar de ser nuevo en estos ámbitos, quisiera expresar que el motivo por el que posteo esta información, no es acumular puntos esencialmente, se que mucha gente estará en contra de lo que acá se expresa, quizás la mayoría, debido a que la mayoría son presa fácil de las mentiras que nos rodean en una sociedad materialista, resentida y tibia en su responsabilidad de estudiar los echos de la historia debidamente,y con devidamente me refiero a estudiarla con una mente abierta y objetiva, desterrando el odio y demás sentimientos que velan la paz y llevan a pensar turbiamente.
Lo que aquí se expresa principalmente es para todas aquellas personas que suelen llevar una remera con la cara del "che" jactándose de su popularidad y haciendo gala a la sumisión capitalista del que es esclavo.Nunca pensaría que es la cara de uno de los mas sangrientos asesinos que existió en la historia. Sin embargo no es mi principal objetivo el desvelar esta terrible verdad que se encuentra tras un mito que algunos piensan que infunde la idea de libertad e ideales,sino lo que se esconde tras esta mascara es la esencia del socialismo carnívoro que esta acabando con latinoamerica, donde los ideales parecen ideales de justicia y libertad a simple vista, pero tras ellos se esconde una historia de terrorismo, sangre y opresión.oculto tras un velo de mentiras, y en esas mentiras aparece como icono principal la figura del che.
espero que lo disfruten.

El video que no se quiere dar a conocer en la Argentina. Actualmente se difunde en Europa y EE.UU.

El particular interés del mismo son los testimonios de los combatientes cubanos que estuvieron con Guevara y muestran la verdad de quien fue en vida Ernesto Guevara de la Serna.


Guevara, Anatomía de un mito


“…Al principio le decíamos Ernesto Guevara o doctor Guevara, pero cuando vimos que él se burlaba de nuestra manera de hablar entonces en represalía ya no le dijimos nunca más Guevara, ni Ernesto: le decíamos el Che y hasta el mismo Fidel y Raúl le decían el Che…”

“…Fusilamientos, sí, hemos fusilado, fusilamos y seguiremos fusilando mientras sea necesario. Nuestra lucha es una lucha a muerte”, dijo el Che…”

Tarde o temprano, los seres humanos convertidos en mitos muestran su verdadero rostro. Por lo general, una de las descripciones más valiosas es la de aquellas personas que compartieron y vivieron episodios que quedan imborrables en la memoria.

Muchos de los que aún viven y participaron de la revolución castrista recuerdan el costado más cruel y despiadado del Che durante los fusilamientos que tuvieron lugar luego del establecimiento del nuevo régimen. “Seguiremos fusilando mientras sea necesario. Nuestra lucha es una lucha a muerte”, con esa frase expresada por el Che en uno de sus discursos ante las Naciones Unidas comienza la video biografía “Guevara, Anatomía de un mito” dirigida por Luis Guardia, del Instituto de la memoria histórica cubana contra el totalitarismo, y dedicada a todos “los que han ofrendado sus vidas en aras de la libertad del pueblo cubano”.

La narración recorre los comienzos –primero como espectador en la frustada revolución de Guatemala y luego durante su instrucción militar en México- de Ernesto Guevara de la Serna, junto al grupo de revolucionarios del Movimiento 26 de julio quienes además de atribuirse la creación del apodo más popular (el “Che”) recalcan su personalidad despectiva hacia las personas de raza negra, su burla a la tonada característica de los cubanos y el desprecio por los mexicanos a quienes el Che denominaba “indiada”

Enrique Ros, historiador e investigador, y autor de una de las más completas obras de la vida del Che, recuerda su relación con la peruana Hilda Gadea y con el “Flaco” López, el primer cubano con quien Guevara hace contacto en Guatemala y quien lo presenta al grupo de exiliados cubanos que militaban en el Movimiento 26 de julio en Guatemala. De esta forma es como Guevara inicia su faceta de revolucionario y posteriormente viaja junto al grupo de cubanos a México.

“Varios estudios apuntan a que Ernesto Guevara a su llegada a México ya tenía definido su carácter de hombre cruel de ejecutor de sus potenciales enemigos. En una carta dirigida a su amiga y ex novia, Tita Infante, señala: ‘Si se hubieran producido esos fusilamientos el gobierno hubiera conservado la posibilidad de devolver el golpe’, refiriéndose al derrocamiento del gobierno de Jacobo Ardens en Guatemala”.

“Yo conocí a Guevara en 1956 en México en una cafetería donde concurrían los revolucionarios”, comenta Lázaro Guerra, ex militante de los movimientos revolucionarios cubanos, quien por aquel entonces vivía en México en calidad de exiliado y era uno de los sobrevivientes de la expedición del Corintians. Guerra recuerda que el “Flaco” López le presentí al Che como un “tipo maquiavélico” y que era él quien le “lleva y le trae a Fidel” en obvia alusión a su calidad de soplón de lo que pensaban y hacían los revolucionarios cubanos en México.


“Era un tipo repugnante –agrega Guerra- que corría atrás de Castro, a quien le gusta que lo adulen”.

Casi en los mismos términos, los testimonios confirman el costado más despreciable del Che.

Orlando de Cárdenas, periodista, fue amigo de Fidel Castro. Vivía en México y fue uno de los principales colaboradores del Movimiento 26 de Julio en tierras aztecas. “Al principio le decíamos Ernesto Guevara o doctor Guevara, pero cuando vimos que él se burlaba de nuestra manera de hablar entonces en represalía ya no le dijimos nunca más Guevara, ni Ernesto: le decíamos el Che y hasta el mismo Fidel y Raúl le decían el Che. Se lo decíamos con un poco de sorna como para refregarle en la cara lo que él nos había hecho a nosotros. Nunca nos vio completamente como compañeros.”

Guevara nunca llegó a intimar realmente con el grupo de revolucionarios cubanos. Quienes compartieron con él el entrenamiento militar en México cuentan que su desprecio hacia los cubanos siempre se hacía sentir. Sentimiento que extendía a los negros y al pueblo mexicano a quienes constantemente menospreciaba. “Llegamos a México el 10 de diciembre de 1955 y Fidel me presentó y dijo ‘Muchachos este es el coreano, él va a ser nuestro instructor militar’”. Era Miguel Sánchez, ex combatiente junto a las tropas norteamericanas en la guerra Corea y reclutado por Castro como instructor militar de los cubanos que se entrenaban en México. Sánchez recuerda que al Che también le decían el “Chancho” porque tenía poca afición por bañarse, y siempre tenía un “olorcito arriba como a riñon hervido”. Sánchez le hizo saber pronto al Che que no era más que un soldado: “Se me puso a echar una sonrisita y le ordené hacer veinte planchas (flexiones de brazos), y las hizo.


El despreciaba a los negros. A Juan Almeyda Bosques le decía el negrito. Yo le dije ‘mira cuando te diga negrito dile que tú eres un chancho, porque no te bañas’”.
También despreciaba “a los indios” a quienes denominaba, según el video, “la indiada analfabeta de México”.

El 24 de junio de 1956 un grupo de los presuntos expedicionarios es capturado por las autoridades de migración mexicana.


El Che estaba entre ellos y varios estudios acusan a Guevara de haber sido informante o delator al hablar con las autoridades por temor a una posible deportación a la Argentina. “Juan Almeyda Bosques me dijo que él (el Che) había colaborado con la policía cuando nos arrestaron y nos llevaron a la cárcel, y él se había puesto en contacto con las autoridades mexicanas para entregar todas las armas”.

En la Sierra Maestra: Del primer asesinato a los fusilamientos masivos

En 1957, a dos días de haber matado a un hombre por primera vez, el Che le expresa en una carta a Hilda Gadea -su entonces esposa, quien posteriormente la publicara en su libro “Ernesto, la memoria del Che Guevara”- lo siguiente: “Querida Vieja: Estoy en la manigua cubana, vivo y sediento de sangre”.

“Una vez escogió un guajiro que según los datos era un ‘chivato’ del ejército. Pero no había una seguridad concreta –comenta Jaime Costa, asaltante del cuartel Moncada, expedicionario del yate Granma y comandante del ejército rebelde. Fue enviado por Castro a reagrupar a los miembros del Movimiento 26 de julio exiliados en Centroamérica. “Se formó un tribunal –continúa Costa- que determinó que no había seguridad de que era un delator y por lo tanto no se le podía quitar la vida. El Che dijo ‘si no se la quitan ustedes se la quito yo’, y sacó la pistola y lo mató. El Che decía ‘la duda no hace más nada, hay que fusilar’.

De esta forma, Guevara asesina personalmente a Eutimio Guerra, un campesino que se había unido al ejército rebelde. Posteriormente, el Che dirige más ejecuciones en la Sierra Maestra que llegaron incluso a indignar a las tropas rebeldes por la injusticia en que las realizaba. Además varias fuentes le atribuyen el asesinato de al menos una docena de hombres en la Sierra Maestra , en la gran mayoría de los casos sin pruebas incriminatorias, resaltando su personalidad cruel y despótica de alquilen que consideraba amigos sólo a quienes pensaban como él.

Mientras los fusilamientos se multiplicaban, los testimonios de “Guevara, Anatomía de un mito” revelan que el Che, pese a haber sido designado por el mismo Fidel como jefe de una de las más importantes columnas guerrilleras, era en realidad un militar inexperto e inoperante a nivel táctico. Sus ex compañeros aseguran que no estaba capacitado militarmente y que esto había sido confesado por el mismo Che, quien reconocía que de acciones militares sabía poco y nada, que no tenía la menor idea de cómo desplegar una estrategia de posicionamiento táctico de tropas, cómo armar una trinchera y túneles, ni mucho menos determinar por dónde debían desplazarse los tanques. Esta incapacidad para dirigir un plan de acción quedó probada en su paso por el Congo y Bolivia donde perdió todas las batallas y se entregó sin luchar.

Otro de los pasajes de esta biografía es el enfrentamiento con el Segundo Frente Nacional del Escambray que combatía en la zona central montañosa de Cuba. Roberto Bismarck, capitán del ejército rebelde, comenta que en una reunión con Guevara, y tras hablar casi cinco horas, se dio cuenta que no era ningún idealista. Incluso recuerda una operación militar en la cual se apresaron personas supuestamente colaboradoras del régimen de Batista en forma arbitraria, en la que el Che dijo que había que matarlos sin juicio previo.

Guevara subestimó a los miembros del Segundo Frente y no aceptó la autoridad de sus comandantes. Varios miembros de ese frente recuerdan fuertes discusiones con el Che, quienes además resaltan su carácter traicionero y vengativo. En realidad, el Che habría sido enviado por Fidel para evitar la división de la revolución en dos frentes y unificar las acciones militares. Pero en realidad, el Che tenía vía libre para fusilar por la espalda a quien quisiera como lo hizo con Jesús Carreras, uno de los comandantes del Segundo Frente.

Entre las hazañas injustamente atribuidas a Ernesto Guevara figura el asalto de un supuesto tren blindado (cargado con armas) en la ciudad de Santa Clara. Varios de los que fueron protagonistas de ese hecho contradicen la versión oficial del régimen castrista; en lugar de una proeza militar se trató de una traición del Che a una negociación ya acordada por el Segundo Frente.

Con la entrada de la columna capitaneada por el Che a la ciudad de Santa Clara comienzan las ejecuciones indiscriminadas tal como había ocurrido en la Sierra Maestra. Allí realiza varios fusilamientos de soldados del régimen de Batista.

“Firmaba las órdenes de fusilamiento antes del juicio”

Con el triunfo de la revolución, Guevara es nombrado jefe de la fortaleza militar de la Cabaña. Al frente de la Comisión Depuradora lanza allí un feroz operativo contra todos los militares del régimen depuesto. Este organismo fue creado por Castro con el pretexto de depurar las fuerzas armadas cubanas. Pero en realidad, el fin era implantar el terror revolucionario en la isla mediante fusilamientos arbitrarios precedidos por juicios sumarísimos. Según los testimonios, el mismo Che fusilaba personalmente a los sospechosos en su propia oficina. Y para colmo, el mismo Guevara firmaba la orden de fusilamiento antes de juzgar a las futuras víctimas.

Las condiciones de juzgamiento desconocían absolutamente las garantías mínimas de defensa en juicio y principio de inocencia. De esta manera, en los primeros cuatro meses que el Che estuvo al frente de la fortaleza de la Cabaña fue responsable del fusilamiento de varios centenares de hombres en su mayoría miembros del antiguo régimen.

En enero de 1959, Jose Vilasuso, abogado, comenzó a trabajar en la Comisión Depuradora bajo las órdenes de Guevara, como instructor de expedientes. “Me llamó la atención la forma en que él me dijo cómo tenía que ser mi trabajo”, dice Vilasuso, quien describe el paredón de fusilamiento manchado de sangre de personas sin pruebas incriminatorias y sin la posibilidad del ejercicio de una defensa justa. Cientos de hombres fueron así condenados a la pena de muerte por fusilamiento mediante sentencias preestablecidas en los denominados juicios sumarísimos. Estas ejecuciones pronto se extendieron a lo largo y ancho de la isla.

Luego de su gestión al frente de la fortaleza de la Cabaña, Guevara fue presidente del Banco Nacional de Cuba y posteriormente ministro de Industrias. La biografía es lapidaria: “En todos ellos primó su incapacidad profesional y una constante: sembrar el terror como base o medio para el sometimiento”.

Pero su arrogancia, despotismo y desprecio, tenía un punto débil. El Che temía a Castro a quien siempre evitó enfrentar. La sumisión, señalan los testigos de la época, era total: “Podían discutir mucho, pero finalmente el Che siempre agachaba la cabeza”, rememora uno de los testimonios.

Tras cuatro años de la llegada al poder, Guevara se convierte en la principal bandera propagandista de la revolución cubana. En la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 11 de diciembre de 1964, el Che reconoce públicamente los fusilamientos en Cuba. “Fusilamientos, sí, hemos fusilado, fusilamos y seguiremos fusilando mientras sea necesario. Nuestra lucha es una lucha a muerte”, dijo el Che.

El empleo de la pena de muerte como método para la implantación del terror fue una constante en Guevara. Para él, “el odio era un factor de lucha, el odio intransigente al enemigo que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano y lo convierte en un efectiva, selectiva, violenta y fría máquina de matar… Un pueblo sin odio no puede triunfar frente a un enemigo brutal”, afirmó el Che.

El Congo fue su próximo destino, allí perdió todas sus batallas y pronto debió abandonar el país. A su regreso a Cuba empieza a preparar la aventura boliviana junto a un reducido grupos de hombres de confianza. Mario Monje Molina, Secretario General del Partido Comunista Boliviano, recuerda el encuentro con el Che a quien le aclaró de entrada que no iba a permitir jamás que un extranjero dirija la lucha armada de su país y le propone hacerse él cargo de las operaciones y designarlo asesor militar. Pero Guevara no aceptó. Sin poder reclutar al campesinado boliviano, ni apoyo del PC boliviano, el Che fue detenido junto a la mayor parte de los guerrilleros. El resto es historia conocida: Ernesto Guevara de la Serna murió el 8 de octubre de 1967 en la Higuera, Bolivia.

Este es otro intento por descubrir algunos aspectos desconocidos de la vida del Che, un personaje histórico que aún hoy sigue despertando tanto admiración como rechazo. “A casi cuatro décadas para algunos queda el mito; para otros, sólo el recuerdo de una pesadilla”, dice la frase que cierra este interesante y rico trabajo de recopilación de testimonios de uno de los personajes más controvertidos de la historia contemporánea.


link: http://www.videos-star.com/watch.php?video=Ani0gyI4

http://www.youtube.com/watch?v=uf5gjwCgZ1Y

Descarga del video original:
http://cubaliberal.org/videos/CHE_AnatomiadeunMito.wmv

estracto sacado de seprin, informe original: http://www.seprin.com/portal2/notas/che_guevara.htm

estracto sacado de seprin, informe original: http://www.seprin.com/portal2/notas/che_guevara.htm Fuente principal: http://www.taringa.net/posts/noticias/2340562/La-verdadera-historia-del-Equot_CheEquot_-Guevara.html

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