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Hay una razon por la cual desde los sistemas educativos, nos obligan a cortarnos el pelo, en los trabajos o en los ejercitos.
Nuestra cultura lleva a la gente a creer
que el estilo de pelo que llevan es una cuestión de preferencia
personal; que su estilo de pelo es un asunto de moda o conveniencia y
que cómo la gente lleve su pelo es simplemente un asunto de estética.
Pero en la guerra de Vietnam, se tenía una visión completamente
distinta, una que ha sido cuidadosamente ocultada del público en
general.
A comienzos de los noventa, Sally (que
ha cambiado su nombre para conservar su privacidad) estaba casada con un
psicólogo licenciado que trabajó en el hospital médico VA. Trabajaba
con veteranos de combate con desórdenes de estrés post-traumático y
muchos de ellos habían servido en Vietnam.
Sally dice: “Recuerdo claramente una
noche cuando mi marido regresó a nuestro apartamento en la zona médica
llevando un portafolios muy grueso oficial en las manos. Dentro había
cientos de páginas de ciertos estudios comisionados por el gobierno.
Estaba en estado de shock por el contenido de esos documentos. Lo que él
leyó en ellos cambió su vida completamente. Desde ese momento mi
marido, que era un ciudadano conservador, se dejó el pelo y la barba
largos y nunca volvió a cortárselos. Lo que es más, el Centro Médico VA
le dejó hacerlo y otros hombres conservadores del equipo siguieron su
ejemplo. Como leí aquellos documentos, esto es lo que aprendí en ellos.
Parece que durante la Guerra de Vietnam,
las fuerzas especiales en el departamento de guerra habían enviado a
expertos para seleccionar a hombres de las reservas indias de América
que fueran guerreros con talento, hombres jóvenes que se movieran bien
sobre el terreno de guerra. Buscaban hombres con capacidades
excepcionales, casi sobrenaturales. Antes de tratar de convencerles a
unirse a ellos, eran cuidadosamente seleccionados por sus capacidades de
rastreo y supervivencia.
Con los camelos habituales y bonitas
frases se les trataba de ganar para la causa. Una vez de que formaban
parte de las filas, algo increíble ocurría. Cualesquiera que fueran sus
talentos y capacidades en la reserva, parecía que misteriosamente
desaparecían, y eso ocurría una y otra vez cada vez que se les
seleccionaba.
Los fallos continuados llevaron al gobierno a contratar unas pruebas muy caras para dar con lo que estaba ocurriendo.
Al iniciar esas pruebas se vio que
cuando se les preguntaba sobre su incapacidad para hacer aquello que se
esperaba de ellos, los hombres mayores contestaban una y otra vez que
eso se debía a sus cortes de pelo militares y que no podían “sentir” al
enemigo, ni acceder a su “sexto sentido”, su “intuición” y que por eso
sus sentidos no podían ser fiables, ni ellos podían “leer” las señales
más sutiles, ni acceder a información extrasensorial de tipo sutil.
Así que el instituto que hacía las
pruebas seleccionó a más rastreadores y les dejaba el pelo largo y les
probaba en múltiples tareas. También compararon a dos hombres juntos que
habían recibido los mismos puntos en todos los test. A uno le dejaban
el pelo largo y a otro le daban un corte de pelo militar. Luego a los
dos hombres les volvían a valorar.
Una y otra vez el hombre con el pelo
largo mantenía los mejores resultados. Una y otra vez, el hombre con el
pelo corto fallaba en las pruebas en las que antes había mostrado buenos
resultados.
Aquí está una prueba típica
El seleccionado está durmiendo en los
bosques. Un enemigo armado se aproxima cuando el hombre duermen. El
hombre de pelo largo se despierta de su sueño con un fuerte sentido del
peligro y se aleja antes de que el enemigo esté cerca, antes incluso de
que se escuche al enemigo o su paso sea audible.
En otra versión de este test el hombre
de pelo largo siente que algo se aproxima y de alguna manera intuye que
el enemigo le atacará físicamente. Sigue su sexto sentido y se queda
quieto pretendiendo dormir, pero rápidamente agarra a su atacante y le
“mata” cuando éste intenta “estrangularle”.
Este mismo hombre, después de haber
pasado esta y otras pruebas similares, recibe un corte de pelo militar y
empezaba a fallar constantemente en las pruebas que antes había
aprobado. Así que el documento recomendaba que todos los rastreadores
indios estuvieran exentos de los cortes militares. De hecho, se requería
que los rastreadores tuvieran el pelo largo.
Comentario
El cuerpo del mamífero ha evolucionado
por millones de años. Las capacidades de supervivencia humanas y
animales parecen a veces sobrenaturales. La ciencia está constantemente
descubriendo capacidades más increíbles orientadas a la supervivencia.
Cada parte de cuerpo tiene un trabajo altamente sensitivo que realizar
para la supervivencia y el bienestar del cuerpo en su conjunto. El
cuerpo tiene una razón para cada parte de sí mismo.
El pelo es una extensión del sistema
nervioso, puede ser correctamente visto como “nervios exteriorizados”,
un tipo de “hilos sensitivos” altamente evolucionados o “antenas” que
transmiten una enorme cantidad de información al cerebro, al sistema
límbico y neocortex.
No sólo el pelo de la gente, incluyendo
el facial en los hombres, ofrece un camino para que la información
llegue al cerebro sino que emite energía, energía electromagnética
emitida por el cerebro al medio ambiente exterior. Esto ha sido visto en
fotografía Kirliam cuando una persona es fotografiada con el pelo largo
y luego re-fotografiada después de un corte de pelo.
Cuando el pelo es cortado, el envío y
emisión de transmisiones desde y al medio ambiente es altamente
alterado. Esto resulta en “bloqueo de información”. Cortar el pelo es un
factor que contribuye a que no percibamos el estrés medioambiental en
nuestros ecosistemas locales. También contribuye a insensibilizarnos en
las relaciones de todo tipo. Contribuye a la frustración sexual.
Conclusión
Buscando soluciones para
tratar la locura de nuestro mundo, puede que haya llegado el momento de
que consideremos que muchas de nuestras asunciones básicas sobre la
realidad son incorrectas. Puede que una parte importante de la solución
sea mirarnos a nosotros mismos a la cara cada mañana cuando nos vemos en
el espejo.
La historia de Sansón y Dalila de la Biblia parece tener
mucha verdad codificada que decirnos. Cuando Dalila le corta el pelo a
Sansón, el invencible Sansón es por primera vez vencido.
El pelo es una extensión del sistema nervioso. ¿Por qué los indios se dejaban el pelo largo?
Esta información sobre el pelo ha sido ocultada de la opinión pública desde la Guerra de Vietnam.
Irena Sendler lleva años encadenada a una silla de ruedas, debido a las lesiones que arrastra tras las torturas sufridas por la Gestapo. No se considera una heroína. Nunca se adjudicó crédito alguno por sus acciones. "Podría haber hecho más," dice siempre que se la pregunta sobre el tema. "Este lamento me seguirá hasta el día que muera."
“No se plantan semillas de comida. Se plantan semillas de bondades. Traten de hacer un círculo de bondades, éstas las rodearán y las harán crecer más y más”. Irena Sendler
El “Ángel del Gueto de Varsovia” candidata al Nobel de la Paz La Organización de Supervivientes del Holocausto residentes en Israel se ha unido al Gobierno de Polonia en la promoción de Irena Sendler para el premio Nobel de la Paz. La iniciativa pertenece al presidente Lech Kaczynski y cuenta con el apoyo oficial del Estado de Israel a través de su Primer Ministro, Ehud Olmert.
Las autoridades de Auschwitz han expresado su apoyo a esta candidatura ya que consideran que Irena Sendler es uno de los últimos héroes de la generación de nuestros padres y abuelos, una generación que ha demostrado una fuerza, una convicción y un valor extraordinarios frente a un mal de una naturaleza extraordinaria. El ganador del premio se anuncia tradicionalmente a mediados de octubre y la ceremonia de entrega se realiza invariablemente el 10 de diciembre, aniversario de la muerte de su fundador, el industrial sueco Alfred Nobel. El Comité sólo puede conceder esta distinción a personas vivas. Irena Sendler cumplió 98 años el 15 de febrero.
La madre de los niños del Holocausto. “La razón por la cual rescaté a los niños tiene su origen en mi hogar, en mi infancia. Fui educada en la creencia de que una persona necesitada debe ser ayudada de corazón, sin mirar su religión o su nacionalidad”, cuenta Irena Sendler quien salvó a 2.500 niños del Gueto de Varsovia.
Cuando Alemania invadió el país en 1939, Irena era enfermera en el Departamento de Bienestar Social de Varsovia el cual llevba los comedores comunitarios de la ciudad. Allí trabajó incansablemente para aliviar el sufrimiento de miles de personas tanto judías como católicas. Gracias a ella, estos comedores no sólo proporcionaban comida para huérfanos, ancianos y pobres sino que además entregaban ropa, medicinas y dinero.
En 1942 los nazis crearon un gueto en Varsovia e Irene, horrorizada por las condiciones en que se vivía allí, se unió al Consejo para la Ayuda de Judíos, Zegota. Ella misma nos cuenta: “Conseguí, para mí y mi compañera Irena Schultz, identificaciones de la oficina sanitaria, una de cuyas tareas era la lucha contra las enfermedades contagiosas. Más tarde tuve éxito en conseguir pases para otras colaboradoras. Como los alemanes invasores tenían miedo de que se desatara una epidemia de tifus, toleraban que los polacos controláramos el recinto.”
Cuando Irena caminaba por las calles del Gueto, llevaba un brazalete con la Estrella de David, como signo de solidaridad y para no llamar la atención sobre sí misma. Pronto se puso en contacto con familias a las que les ofreció llevar a sus hijos fuera del Gueto. Pero no les podía dar garantías de éxito. Era un momento horroroso, debía convencer a los padres de que le entregaran sus hijos y ellos le preguntaban: “¿Puedes prometerme que mi niño vivirá?”. ¿Qué se podía prometer cuándo ni siquiera se sabía si lograrían salir del gueto? Lo único cierto era que los niños morirían si permanecían en él. Las madres y las abuelas eran muy reticentes a entregar a sus niños, algo absolutamente comprensible pero que resultó fatal para todos. Algunas veces, cuando Irena o sus chicas volvían a visitar a las familias para intentar hacerles cambiar de opinión, se encontraban con que todos habían sido llevados al tren que los conduciría a los campos de la muerte.
A lo largo de un año y medio, hasta la evacuación del Gueto en el verano del 42, consiguió rescatar a más de 2.500 niños por distintos caminos: comenzó a sacarlos en ambulancias como víctimas de tifus, pero pronto se valió de todo tipo de subterfugios que sirvieran para esconderlos: sacos, cestos de basura, cajas de herramientas, cargamentos de mercancías, bolsas de patatas, ataúdes… en sus manos cualquier elemento se transformaba en una vía de escape.
Irena vivía los tiempos de la guerra pensando en los tiempos de la paz. Por eso no le alcanzaba con mantener con vida a esos pequeños. Quería que un día pudieran recuperar sus verdaderos nombres, su identidad, sus historias personales, sus familias. Entonces ideó un archivo en el que registraba los nombres de los niños y sus nuevas identidades.
Los nazis supieron de sus actividades. El 20 de octubre de 1943, Irena Sendler fue detenida por la Gestapo y llevada a la infame prisión de Pawiak donde fue brutalmente torturada. En un colchón de paja encontró una estampita ajada de Jesús Misericordioso con la leyenda: “Jesús, en vos confío”, la conservó consigo hasta el año 1979, momento en que se la obsequió a Juan Pablo II.
Aunque era la única que sabía los nombres y las direcciones de las familias que albergaban a los niños judíos, soportó la tortura y se negó a traicionar a sus colaboradores o a cualquiera de los niños ocultos. Le quebraron los pies y las piernas. Pero nadie pudo quebrar su voluntad. Fue sentenciada a muerte. Mientras esperaba la ejecución, un soldado alemán se la llevó para un “interrogatorio adicional”. Al salir, le gritó en polaco “¡Corra!” Al día siguiente halló su nombre en la lista de los polacos ejecutados. Los miembros de Zegota habían logrado detener la ejecución sobornando a los alemanes. Irena continuó trabajando con una identidad falsa.
En 1944, durante el Levantamiento de Varsovia, colocó sus listas en dos frascos de vidrio y los enterró en el jardín de su vecina para asegurarse que de llegarían a las manos indicadas si ella moría. Al finalizar la guerra, Irena misma los desenterró y le entregó las notas al Doctor Adolfo Berman, el primer presidente del Comité de salvamento de los judíos sobrevivientes. Lamentablemente la mayor parte de las familias de los niños había muerto en los campos de concentración nazis. En un principio los chicos que no tenían una familia adoptiva fueron cuidados en diferentes orfanatos y poco a poco se los envió a Palestina.
Los niños sólo conocían a Irena sólo por su nombre clave “Jolanta”. Pero años más tarde cuando su foto salió en un periódico luego de ser premiada por sus acciones humanitarias durante la guerra, un hombre, un pintor, la llamó por teléfono y le dijo: “Recuerdo su cara. usted es quien me sacó del Gueto.” Y así comenzó a recibir muchos llamados y reconocimientos.
En 1965 la organización Yad Vashem en Jerusalén le otorgó el título de Justa entre las Naciones y se la nombró ciudadana honoraria de Israel.
En noviembre de 2003 el Presidente de la República, Aleksander Kwasniewski, le otorgó la más alta distinción civil de Polonia: la Orden del Águila Blanca. Irena fue acompañada por sus familiares y por Elzbieta Ficowska, una de las niñas salvadas, “la niña de la cuchara de plata”, pero esta es otra historia.