1 de octubre de 2011

“El gen egoista de los dictadores”

COPIADO DE EL MERCURIO DE CUENCA

Por: Lauro López Bustamante.
Desde que se decodificó el genoma humano, no cabe duda de que lo que somos y no somos se explica en nuestro material genético. Los que creen en el determinismo, de que todo en la vida humana está predeterminado, pretenden explicarlo a través de la teoría genética. No es extraño que escuchemos que se ha localizado el gen que transmite la diabetes, el homosexualismo, el alcoholismo, la infidelidad, una diversidad de enfermedades, etc. Uno de reciente data, descubierto en el año 2008, se refiere al “gen egoísta de los dictadores”.
El Dr. Richard Ebstein, tenía mucha curiosidad por localizar un gen sobre el comportamiento de los tiranos. Como profesor en la Universidad de Hebrea en Jerusalém, presidió un grupo de investigadores con este objetivo. En el año de 2008, su equipo realizó una publicación que conmocionó al mundo científico: el gen AVRP1 es más corto en los dictadores y tiranos que en otros seres humanos. El gen antes mencionado ya se lo había descubierto y descrito en el año 2005, como un gen que posibilita que la hormona vasopresina actúe en los centros cerebrales. La eficacia de la hormona está en que facilita la creación de vínculos sociales y afectivos. A más hormona, mayor tendencia al altruismo. Al ser más corto este gen en aquellos, los vínculos sociales, afectivos y de altruismo se ven muy afectados, convirtiéndolos en seres egoístas y personalistas que cultivan el culto al YO.
El psicólogo español Iñaqui Piñuel, autor del libro sobre la perversión del poder, “Mi Jefe es un Psicópta”, considera que “puede que en la personalidad de los dictadores haya una base genética, pero tiene que estar influida por las experiencias tempranas en la infancia para que tenga lugar esa transformación en un psicópata”. Esa sería la razón para que personas en apariencia normal, sufran cambios tan dramáticos cuando alcanzan el poder, llegando algunos al límite de la locura.
Sobre el factor ambiental, traumas tempranos en la infancia, son numerosos los relatos sobre los antecedentes psicopáticos de Adolfo Hitler. Refieren que en su adolescencia soñaba con ser un artista de la pintura o de la música. A los 17 años trató de ingresar a la Academia de Bellas Artes de Viena. Hizo dos intentos fallidos. Fue rechazado. Cuando llegó al poder toda la plana directiva de aquella academia fue defenestrada. Los judíos, que rechazaban comprarle sus dibujos en las calles y que le enrostraban su opulencia económica mientras el se moría de hambre en su época de indigente en Viena, fueron el blanco de la descarga de su frustración cuando llegó al poder.
Parece que el viejo aforismo de que “un dictador nace y no se hace” no es del todo cierto. Comparte un poco del nacer y del hacerse. Independientemente de su génesis, lo cierto es que comparten una forma común de ser: en el ejercicio del poder descargan sus frustraciones sobre aquellos que le germinaron odio en alguna etapa de sus vidas. Su psicopatía les convierte en seres revanchistas.

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